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Un diálogo entre Néstor Perlongher y Marcelo Benítez

Entrevista para el boletín Vamos a Andar


En su paso por Buenos Aires, en septiembre de 1988, Néstor Perlongher fue entrevistado por Marcelo Benítez, su amigo y viejo compañero de lucha de la época del Frente de Liberación Homosexual. Dos meses más tarde, la entrevista se publicó en Vamos a Andar, el boletín de la Comunidad Homosexual Argentina, haciendo visible la experiencia histórica de ambos militantes. En su introducción para Moléculas Malucas, Marcelo Ernesto Ferreyra relata las repercusiones que tuvo dicho reportaje hacia el interior de la CHA y cómo éste sirvió estratégicamente para ofrecer opciones por fuera de la organización y su larga historia de activismo hegemónico producto de batallas, rupturas y diásporas.



Tapa de Vamos a Andar Nº 11, de noviembre de 1988, con ilustración de Marcelo Benítez. Fuente: Archivos Desviados.

Por Marcelo Ernesto Ferreyra*


Cuando en enero de 1988 Carlos Jáuregui abandonó la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), por desacuerdos internos [1], algunos de sus amigos también dejaron la organización en solidaridad con él. Entre ellos estaban el abogado Remi Nigro, Gustavo Pecoraro, Juan Pablo Giudice y Rodolfo Córdoba. La diáspora dejó vacantes muchos de los puestos claves de la CHA obligando a una reestructuración. Entre otras cosas la secretaría de prensa, a cargo de la publicación periódica Vamos a Andar, quedó inactiva por un largo tiempo. El proceso necesario para que un nuevo staff se hiciera cargo de volver a lanzar la revista demoró aproximadamente diez meses.


En simultáneo, dentro de la CHA, se iba conformando un grupo de amigos entre los cuales estábamos Eduardo Antonetti, Alfredo Manes, Marcelo Benítez, Alejandro Modarelli, César Cigliutti y yo. Cada viernes cerrábamos la semana cenando en algún restaurante de los alrededores del departamento de Rodriguez Peña y Viamonte, donde en aquella época tenía sus oficinas la Comunidad Homosexual Argentina. Esa tradición daría lugar unos años más tarde a las famosas cenas de Paraná.


Una de las figuras destacadas del grupo era Marcelo Benítez, quien nos fascinaba con las historias de su primera militancia en el Frente de Liberación Homosexual, antes de la dictadura militar. Estos relatos en conversaciones casuales eran transferencias generacionales muy importantes para quienes el único contexto de nuestro incipiente activismo había sido la CHA. Desde su legendaria experiencia de marica rebelde, Marcelo nos transmitía una capacidad de visión crítica y, entre muchos otros temas, nos ayudaba a comprender la estructura verticalista que bajo el concepto de “dirección” gobernaba la organización. No tardamos mucho en crear dentro de la CHA el “Grupo de Acción Crítica”, cuya principal función fue cuestionar las políticas y acciones de la “dirección”. La figura de Néstor Perlongher, gran amigo de Marcelo de las épocas del Frente, se entrelazaba en esas historias con cantidades de anécdotas brillantes repletas de lucidez y talento.


En consecuencia, no fue casual que cuando el grupo finalmente asumió la responsabilidad de publicar un nuevo número de Vamos a Andar, se pensara en homenajear ese legado ilustrando todo el ejemplar con dibujos de Marcelo Benítez e incluyendo epígrafes con extractos de poemas de Perlongher. Como broche de oro decidimos incluir una entrevista a Néstor, en ese momento de visita en Buenos Aires, realizada estratégicamente por el propio Marcelo [2].


Como era de esperar, la “dirección” de la CHA quedó contrariada por muchas de las observaciones hechas por Perlongher que, para colmo, salieron publicadas en su propio órgano de difusión. En el número siguiente, el reportaje fue elogiado por integrantes de la reciente diáspora [3] y comentado por activistas argentinos radicados en el exterior [4]. Esa alarma, que motivó una advertencia a la secretaría de prensa, fue el inicio de una fractura que culminaría un par de años después con mi salida y la de César Cigliutti de la organización.


Algunas de las ideas que Perlongher volcó en esa entrevista fueron las semillas de nuestro activismo posterior, cuando comprendimos que habernos liberado de la estructura “directiva” de la CHA potenciaba exponencialmente nuestra capacidad de “revoltosos moleculares”. Incluso, el trabajo comprometido dedicado a encarar con esfuerzo nuestros propios “microfascismos”, nos permitió abordar más tarde el modelo de estructura horizontal de minorías disidentes. Ese fue el origen de un incipiente movimiento que, en el contexto de una mediática discriminación religiosa, usó como primer punto de encuentro la ola de asesinatos a gays y lesbianas en la provincia de Mendoza. Su instrumento catalizador fue la organización en conjunto de nuestra Primera Marcha del Orgullo.



Vamos a Andar Nº 11, noviembre de 1988. Fuente: Archivos Desviados.


REPORTAJE A NESTOR PERLONGHER

Por Marcelo Acosta


Nº 11, Noviembre de 1988



Marcelo: Conocemos tu destacada trayectoria como miembro del F.L.H. (Frente de Liberación Homosexual) ¿Por qué no nos hacés una breve historia de esa primera experiencia de organización argentina, si arrojó un saldo positivo o se perdió en el olvido?


Perlongher: El F.L.H. fue un movimiento históricamente de vanguardia, uno de los primeros de América Latina. Era un grupo minúsculo pero a pesar de ello ha originado una mitología perdurable y hasta cierto punto desmesurada, lo cual muestra un modo de funcionamiento de lo que Guattari llamaría “revoluciones moleculares”, esto es, un grupo ultraminoritario pero que de algún modo consigue afectar el cuerpo social, o ciertos sectores por lo menos, ya que se dirige directamente al deseo. Lo que debe llamar la atención es que un grupo muy pequeño ha hecho perdurar en ciertos sectores consignas determinadas, y que incluso no se le reconoce la autoría. Es como si el F.L.H. hubiera arrojado al aire determinados planteos, muy novedosos, y por los cuales nos insultaban en aquel entonces, pero que sin embargo han permanecido en el aire y otros los recogieron.

Fue un grupo de lucha o de combate más que de identidad. Si bien había planteos que apuntaban a la identidad gay, o hubo una pelea constante entre la “loca y el “gay” que nunca se resolvió.


De esas consignas que decís arrojaron al aire, ¿Cuál fue la que más perduró?


La consigna más perdurable del F.L.H. es “machismo igual fascismo” y apuntaba, intentaba, orillando lo delirante, politizar la cuestión sexual. En aquel contexto revolucionario de la Argentina del ’70 se presentaba como revolucionario. Ahora, desde el punto de vista práctico, la experiencia fue un fracaso rotundo porque ninguna de las reivindicaciones del F.L.H. lograron imponerse, ni siquiera popularizarse.


Hablás de un grupo pequeño, vale decir que para vos no sería tan importante la cantidad de homosexuales que participan, sino que, como vos decís, se dirijan al deseo. ¿Por qué no lo explicás mejor?


En la lógica del movimiento, tanto gays como feministas, nunca fueron movimiento de masas, pero ello no quiere decir que no estén o no hayan afectado los estados de cuerpo de una sociedad, o sea que la pequeñez del grupo no impide que mutaciones que tienen que ver con la condición de la mujer, por ejemplo, con la relación con el cuerpo o el afecto, se sigan produciendo, porque los discursos que tienen que ver con el deseo circulan más velozmente que otros discursos. Y no son sólo discursos, también las prácticas corporales se difunden con mayor velocidad en el cuerpo social.


¿Qué participación tuvieron las lesbianas en esta experiencia del F.L.H.?


Me parece que bastante poca y de una manera muy conflictiva porque los intentos de armar un grupo sólo de mujeres fracasaron. Ahora, era una época muy especial, porque tanto el feminismo como el F.L.H. eran muy débiles.


Sabemos de tu labor como poeta y de tus triunfos ya que recibiste el premio Boris Vian el año pasado. ¿Qué nos podés decir al respecto? ¿Cómo ves tu poesía?


Publiqué “Austria-Hungría" en 1980, de una manera casi clandestina y me sorprendió el hecho de que los poemas de ese libro comenzaran a circular cuando yo ya no estaba en el país, o sea, esto es una muestra del poder de las palabras, si se puede decir así.

“Alambres”, que apareció en 1987, también tuvo una trayectoria afortunada y obtuvo ese año el premio Boris Vian. En “Alambres” hay una sensualización de la escritura, o sea, ¿Cómo hacer una escritura sensual?; yo pienso que lo sensual no pasa sólo por los temas sensuales sino por explotar y explorar el susurro, el gemido, el ronroneo que están presentes en la propia lengua.


Bueno, ahora hablamos de “El Fantasma del SIDA”, el libro tuyo que acaba de aparecer a la venta.


“El Fantasma del SIDA” es originalmente publicado en Brasil para una colección de pequeños libros de divulgación, destinada a los jóvenes, sigue por ello algunas reglas como, por ejemplo, la claridad, todo está bastante explicado y hay un capítulo médico, pero lo que realmente intento es hacer pasar una visión crítica del problema del SIDA, ante la irrupción de esa peste contemporánea, la medicina y los poderes a ella aliados, decretan una suerte de Estado de Urgencia, un Estado de Sitio, de los cuerpos ante el cual todo pensamiento crítico debería suspenderse en nombre del miedo, y ahí yo me pregunto si no sería más viable, más allá de un valor extensivo y cuantitativo de la vida medido en años de tedio, un valor intensivo que tiene que ver con la potencia del goce. No me parece que se pueda domesticar al deseo como pretende la campaña moral desatada a partir de la irrupción del SIDA [5].


¿El discurso médico viene a atacar prácticas sociales específicas que se desarrollaron en las últimas décadas?


Es una cuestión inteligente que demanda cierto rodeo: yo tiendo a ser prudente respecto a los planteos puramente negativos o represivos, es decir, pienso que no se puede separar la irrupción del SIDA pensada, no apenas en su dimensión físico-patológica, sino en tanto dispositivo de modelización (o sea, de modelo) de cierta evolución histórica de las prácticas corporales y de las homosexualidades en general. Tenemos históricamente el problema de la sífilis, que algunas analogías con el SIDA; sin embargo, el sifilítico era un clandestino, mientras que una campaña como la del SIDA exige la luz, o sea, que la homosexualidad sea “vista”, “iluminada”, en una palabra, tornar transparentes los armarios. Es curioso que el modelo de comportamiento sexual que deriva de los consejos médicos o paramédicos se acerque a cierto modelo de homosexual más “gay”, más anglosajón, que se caracteriza menos por ser una relación de “órgano a órgano (pene-culo, pene-boca, etc.) que por ser una relación de una persona asumida como homosexual con otra persona también asumida, o sea, que se reconoce y se “muestra” a los ojos de quien mira, como gay. Entonces, la campaña del SIDA no es simplemente una represión a las prácticas existentes sino que apuntaría a un nuevo modelo de relación con el cuerpo y con el deseo por el cual cada uno ya no podría perderse en las ebriedades de la pasión o de la calentura, sino que el deseo debería pasar por el severo filtro de una conciencia vigilante y egocéntrica. Por ejemplo, la popularización del sexo telefónico entre los gays americanos está indicando un tipo de sexualidad autosuficiente donde ya no se necesita la presencia del otro sino que el sexo pasa a ser experiencia estrictamente personal, de cada uno consigo mismo y cada cual podrá comprar en el mercado sonoro la voz que mejor corresponda a sus fantasías privadas.


Sabemos que está por salir otro ensayo tuyo sobre la prostitución viril. ¿Por qué “viril” y no homosexual?


El libro se llama “El negocio del deseo” y resulta de una investigación antropológica realizada en San Pablo entre 1982 y 1985. De alguna manera acuño la expresión “prostitución viril” para referirme a los “miches” o taxi-boys a fin de salvaguardar las diferencias explícitas que los muchachos de la noche tienen con los travestis. A mí me parece insuficiente tanto la expresión “prostitución masculina” [frase incompleta en el original].


¿Cómo fue realizado el libro?


Para realizar la investigación tomé una base territorial (el centro de la ciudad de San Pablo).


¿Por qué el centro?


Porque es el lugar tanto de los prostitutos como de los gays, es un lugar de yiro; y me dejé llevar por las derivas de la noche hablando con prostitutos, clientes y entendidos en general. Ahí puede verse toda una fuerza nómade que aparece en la propia modalidad de circulación (o sea, del yiro) y que en el caso de los taxi-boys tiene que ver con que ellos están en una errancia, en una ruptura de hecho con la disciplina laboral, familiar y escolar. Eso es lo que yo llamo un “impulso de fuga” que está en la base de esas trayectorias, aunque deba evitarse todo romanticismo para poder entender cómo, gracias a buena parte del machismo prototípico de estos muchachos, ese impulso de fuga puede ser recapturado y convertirse en una fuerza microfascista que tiende en última instancia a la autodestrucción del otro. Y esto nos permite reenganchar con la cuestión de lo intensivo: a veces los grupos de identidad homosexual intentan “normalizar” hasta tal punto su conducta y su imagen que olvidan cierta pulsión desestructurante, cierto deseo de goce furioso; cosa que resulta importantísima en las prácticas homosexuales.


No entiendo el mecanismo que podría hacer derivar lo que vos llamas “impulso de fuga” hacia los mircrofascismos?


Estamos acostumbrados a encorsetar los impulsos en el corpiño de la identidad, de la conciencia del Yo. Identidad que como lo muestra la propia expresión “documento de identidad” es en última instancia institucional o policial. Hacer que esos impulsos, esas fuerzas, emerjan exige a su vez una gran fuerza. Esas emergencias locas del deseo asustan mucho; cabe tener una alta dosis de prudencia para internarse en esos oscuros vericuetos y salir de sí, que finalmente de eso se trata. En la medida en que cuando se entra en cualquier viaje que extreme los límites del sí mismo hasta su casi disolución, uno se fragiliza y puede tornarse presa de varias recuperaciones:


1) Una es el miedo: Descubrimos el goce absoluto y retrocedemos espantados.

2) Otra son los microfascismos: Nos asustamos tanto que acabamos usando esa fuerza recién descubierta contra el propio deseo, restaurando, con más ferocidad, una ilusión de orden moral. Guattari explica esto en su análisis del fascismo alemán. Para decirlo en términos sociales, es como si la sociedad se asustase tanto de la liberación o del “destape” que necesitase desesperadamente volver a un orden que ya se ha perdido, pero vuelven peor; la línea de fuga se torna “pasión de abolición”. Esto es el microfascismo. Por ejemplo, la consigna de Hitler “que perezca Alemania”. Segundo ejemplo, el frenesí patriotero, verdadera oda de la muerte, cuando fue la fantochada de la guerra de las Malvinas.


Para concretar un poco: es pertinente para vos una organización homosexual. Su presencia se torna innecesaria, o quizás inconveniente. ¿Cuál es tu opinión sobre las organizaciones homosexuales actuales?


Tengo severas dudas debido a que un movimiento que comenzó al final de la década del ’60 con una potencia revolucionaria, fue entrando en el callejón sin salida de la identidad. Como dice Foucault respecto a las luchas de clases: “la clase pasó a predominar sobre la lucha”. Y yo me pregunto ¿en qué medida los trabajos de identificación homosexual no acaban funcionando como una especie de pasaporte para vivir esa flamante identidad en los circuitos del consumo? Me parece que paulatinamente la identidad gay, el modelo gay americano está dejando de ser contestatario y tornándose un ghetto reaccionario. Se me ocurre que una alternativa posible sería pensar todos estos movimientos de minorías homosexuales, feministas, jóvenes, etc. como disidencias en relación al modo de subjetivación mayoritaria, al “modo de ser” de la mayoría conformista. Una posibilidad sería trabajar los puntos de encuentro y de alianza entre las diversas minorías, marginalidades, nómades, disidencias, etc., en vez de cerrarse sobre sí mismos. Por ejemplo, el problema de los edictos policiales no afecta solamente a los homosexuales, y sería interesante tal vez diagramar políticas de encuentro de todos los “diferentes”.


Te agradecemos mucho que nos hayas permitido este reportaje.


Todo lo contrario, ha sido un gusto para mí.



Ilustración de Marcelo Benítez para el reportaje en Vamos a Andar. Fuente: Archivos Desviados.


*Arquitecto de profesión y activista feminista defensor de los Derechos Sexuales y los Derechos Reproductivos desde 1987, primero integrando la Comunidad Homosexual Argentina y luego Gays DC, y más tarde en Latinoamérica y el Caribe, siendo en ese contexto miembro Fundador de la Coalición de Organizaciones LGBTTTI con trabajo en la OEA. Actualmente es miembro de Synergia Initiative for Human Rights. También es miembro de la Colectiva Asesora de Sexo y Revolución, Programa de memorias políticas feministas y sexo-genéricas de CeDInCI/UNSAM.




Notas al pie


[1] Luego de concluir sus dos años como presidente de la CHA, Carlos Jáuregui no volvió a postularse para ese cargo en las siguientes elecciones. Tomó esa decisión con el objetivo de promover la continuidad democrática dentro de la organización. A partir de entonces siguió en la CHA formando parte de su comisión directiva a cargo de la dirección de derechos humanos. En los años siguientes las tensiones internas dentro de la comisión fueron aumentando por diversos temas, pero lo que determinó el abandono de Carlos de la organización fue la publicación de una carta del resto de la comisión directiva en el diario Página 12, del 2 de febrero de 1988, desautorizando su apoyo como representante de la CHA a una solicitada publicada en ese mismo diario el 27 de enero anterior en apoyo a la causa Palestina.


[2] Marcelo Benítez usó para esta entrevista el seudónimo "Marcelo Acosta" con el que también firmó otros trabajos realizados para la CHA y posteriormente para GaysDC.


[3] Vamos a Andar Nº 12, Octubre 1989, Correspondencia, Carta de Rodolfo Córdoba.

[4] Vamos a Andar Nº 12, Octubre 1989, Correspondencia, Carta de Sra. De Merteuil (seudónimo usado para esta ocasión por Jorge Beloqui, radicado en San Pablo).

[5] La propia experiencia posterior de Perlongher con el tema del vih-sida llevó a que esbozara nuevas posturas.


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Cómo citar este trabajo:


Ferreyra, Marcelo Ernesto. Un encuentro entre Néstor Perlongher y Marcelo Benítez. Entrevista para el boletín Vamos a Andar


Moléculas Malucas, junio de 2021.




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