Activismo radical en la lucha contra el sida
En medio de una madrugada, durante la primavera neoyorquina de 1989, decenas de activistas radicales de la lucha contra el sida, integrantes del colectivo Gran Fury y de la coalición de acción directa Act Up, se dispersaron en pequeños grupos por las calles de Manhattan cargados con monedas y ejemplares del New York Crimes [Crímenes de Nueva York] para dar batalla al silenciamiento sobre la alarmante realidad de la epidemia. Avram Finkelstein, uno de los principales impulsores de aquel despliegue activista, escribe para Moléculas Malucas el origen y los pormenores de esta arriesgada acción callejera.
Por Avram Finkelstein*
Por razones que no puedo recordar, mi madre me sugirió en 1988 que visitáramos una exposición de obras del colectivo de arte conceptual Fluxus en la biblioteca del Museo de Arte Moderno de Nueva York, en ese momento ubicada en el edificio contiguo al museo. Como parte de su práctica, Fluxus había realizado listas con ideas para trabajos de performance sin la intención de que fueran ejecutados. Una de esas listas se encontraba exhibida al costado de una estantería, en una ubicación que pasaba fácilmente desapercibida. Dentro de los múltiples puntos que incluía, había un texto de un solo renglón con una instrucción simple pero abierta: "Haga su propio periódico y distribúyalo en la esquina de la calle". Esto inmediatamente despertó mi imaginación.
Durante los años 80, la cobertura que hacía el periódico New York Times sobre el VIH/SIDA enfureció a todos los activistas que luchábamos contra la epidemia en Manhattan y provocó que apuntáramos al periódico de diferentes maneras: en reuniones, en manifestaciones y en bloqueos de sus camiones de reparto. Así, luego de mi visita al museo, en la próxima reunión de nuestro colectivo de artistas activistas, Gran Fury, sugerí que hiciéramos una versión propia del New York Times (portada, contraportada y editoriales en dos páginas internas) en el marco de una multitudinaria acción de ACT UP que se realizaría el 28 de marzo de 1989. Mi propuesta consistía en que en medio de la madrugada de ese día nos desplegáramos por las calles de Manhattan en pequeños grupos y reemplazáramos en todas las máquinas expendedoras de diarios las portadas de los ejemplares del New York Times recién distribuidos por las de nuestra versión. Estas expendedoras estaban ubicadas en la mayoría de las esquinas de las avenidas y funcionaban bajo un sistema de “buena fe”: ponías una moneda de veinticinco centavos, sacabas solo un periódico y volvías a cerrar la tapa de la máquina para bloquearla. Una vez que pudimos averiguar el horario en que los distribuidores retiraban los periódicos del día anterior para reemplazarlos con los de la última edición, varios grupos de activistas nos dispersamos por las calles cargados con paquetes de monedas mientras seguíamos a los camiones de reparto. Así, comenzamos a modificar todos los ejemplares del New York Times recién salidos: removimos todas sus portadas y contraportadas y las reemplazamos por las nuestras para luego volver a colocarlos en las máquinas expendedoras. Esa mañana, las personas que compraron su New York Times en aquellas máquinas tuvieron que leer The New York Crimes [Los Crímenes de Nueva York] con cuatro páginas dedicadas exclusivamente al sida en la ciudad, filtradas a través de nuestra lente activista.
En las semanas previas a esta acción, mientras Gran Fury trabajaba con los comités y grupos de afinidad de ACT UP para reunir los textos que se incluirían en The New York Crimes, me reuní con una integrante de CISPES (Comité de Solidaridad con el Pueblo de El Salvador), organización activista estadounidense contra las políticas de Estados Unidos de financiamiento estatal y apoyo político a las fuerzas armadas salvadoreñas. Resultó ser una modelo muy conocida de la marca Polo Ralph Lauren, pero también activista política de CISPES. Mientras intercambiábamos historias de nuestros activismos, ella me enseñó a fabricar unos particulares dispositivos caseros pensados para pinchar los neumáticos de los patrulleros. Estos se realizaban soldando tres tachuelas de una forma especial que, al caer en el asfalto, no importaba cómo, hacía que se mantuvieran siempre hacia arriba. Luego le conté nuestra idea de alterar las portadas del New York Times, aclarándole que ya estábamos al tanto que CISPES había producido una doble página imitando al Times y que el periódico había llevado el caso a los tribunales. Cuando me relató los detalles de la demanda judicial quedé sorprendido al enterarme que no solo la fuente tipográfica del título del New York Times tenía derechos de autor, sino que todas las fuentes utilizadas en los informes del periódico también tenían derechos de autor. Luego ella me envió una copia del periódico realizada por CISPES, que estudiamos detalladamente en una reunión del colectivo. Gran Fury ya estaba al tanto de esa demanda judicial, y si bien en nuestras discusiones iniciales habíamos decidido que no teníamos interés en que The New York Times nos llevara a los tribunales, aun así queríamos difundir la información que se ocultaba sobre la realidad del sida, infiltrándonos para ocupar la voz "calificada" del periódico. Pensamos entonces al The New York Crimes en forma de hojas disimuladas que contendrían artículos sobre el sida para que junto al periódico pudieran ser diseminadas por la ciudad en las horas previas a la concentración de ACT UP, y ser leídas por todo tipo de público. Esta manifestación, organizada por ACT UP NY, fue llamada “Target City Hall” y se realizó con motivo del segundo aniversario de la primera acción callejera de la agrupación.
Diversos subgrupos de ACT UP colaboraron para el New York Crimes con escritos sobre la reforma penitenciaria, las mujeres y el SIDA, el intercambio de jeringas, la cobertura mediática, los problemas del tratamiento, el SIDA en las personas en situación de calle y el acceso a la atención médica en la ciudad de Nueva York. En la contraportada incluimos una falsa publicidad farmacéutica que ocupaba la página entera con una fotografía de la mano de un científico sosteniendo una jeringa sobre un recipiente de vidrio. Arriba se leía el siguiente texto: "Un millón [de personas con SIDA] no son un mercado que sea excitante. Seguramente está creciendo, pero no es asma. - Patrick Gage, Hoffman-La Roche, Inc ”, y en la parte inferior cerramos con la frase: “ESTO ES PARA ENFURECERTE ”. Esta misma gráfica y su cita (ambas reformateadas, en color y con un eslogan diferente) aparecieron en una intervención de Gran Fury titulada “Control”, desplegada en cuatro páginas de la revista Artforum, en su edición de octubre de 1989. En la parte inferior derecha de la tercera página, incluimos una imagen con la frase “Cuando el gobierno da la espalda a su gente ¿es una guerra civil ?”, que provenía de un proyecto de afiches publicitarios que realizamos para las estaciones de subterráneo de Berlín.
En una columna izquierda de la portada del Crimes, incluimos un artículo mío titulado "SIDA y dinero", sobre la historia de la investigación científica en Estados Unidos que trazó las complejidades en los protocolos de investigación y la política de salud internacional, como pasó con la historia del desarrollo del fármaco AZT. En este artículo apareció por primera vez la frase "¿Esto es asistencia médica o asistencia para la riqueza?", que luego usé en el afiche “Enjoy AZT” [“Disfruta AZT”]. Yo había propuesto realizar este afiche a Gran Fury durante los primeros meses de nuestra formación, en 1988, pero fue rechazado porque la mayoría de sus integrantes no se sentían cómodos criticando al único fármaco disponible en ese momento para las personas que vivían con el VIH / SIDA.
“Enjoy AZT” se convirtió más tarde en un afiche callejero que produje con Vincent Gagliostro, otro de los integrantes de Gran Fury. En el momento en que lo creamos, la publicidad farmacéutica dirigida directamente al consumidor aún no se había desregulado en Estados Unidos, era algo desconocido. Después de que Coca-Cola trabajara un siglo sobre su marca, inmiscuirnos sobre ese símbolo comercial estadounidense fácilmente reconocible requería de un trabajo quirúrgico de código visual para explicar cuán similares eran los mecanismos de entrega de un medicamento al mercado a los de cualquier otro producto de consumo, e insinuaba los procesos a través de los cuales la investigación farmacéutica podía convertirse en monopolios comerciales. En síntesis, fue una crítica activista central al proceso de aprobación de medicamentos. El logotipo de Coca-Cola aportó gran parte del pesado trabajo en esta complicada historia, lo que nos permitió centrarnos en su texto didáctico para explicar las críticas políticas subyacentes en la demostración de ACT UP del 21 de mayo de 1990, "Tomar los Institutos Nacionales de Salud” Storm the NIH (National Institutes of Health), que se anunció en “Enjoy AZT”. El texto del afiche lo extrajimos del artículo más extenso dentro del New York Crimes que decía: “Disfruta AZT: el gobierno de los Estados Unidos gastó mil millones de dólares en los últimos 10 años para investigar nuevos medicamentos contra el SIDA. El resultado: 1 fármaco - AZT. El AZT hace que la mitad de las personas que lo prueban se enfermen y, para la otra mitad, deja de hacer efecto después de un año de consumo. ¿Es el AZT la última y mejor esperanza para las personas con SIDA, o es un atajo hacia la matanza que Burroughs Wellcome [una organización de investigación médica] está haciendo en el mercado del SIDA? Decenas de fármacos se duermen en los laberintos del gobierno, mientras que se hacen fortunas con este monopolio. ¿ESTO ES ASISTENCIA MÉDICA O ASISTENCIA PARA LA RIQUEZA? "
Poco se ha hablado sobre el proceso artesanal que requirió el trabajo para The New York Crimes. En esa época, dentro del mundo del diseño gráfico, las computadoras aún eran nuevas y la composición tipográfica aún no se había convertido en un estándar de la industria de las publicaciones impresas. Todos los artículos incluidos en las cuatro páginas del New York Crimes tuvieron que ser enviados a un tipógrafo que nos los devolvió en varias páginas de fotocomposición con tipografía en papel fotográfico sobre largas columnas de texto. Luego cortamos el texto en secciones y lo fuimos ubicando cuidadosamente en varias columnas, a veces incluso cortando los renglones de texto para "pegarlos" con cera caliente junto a las imágenes en una cartulina gruesa. El texto lo colocamos utilizando guías fijadas a ambos bordes de una mesa de dibujo para asegurarnos que quede recto y que el espacio entre los renglones fuera uniforme. Luego, con pasadas de un rodillo de goma, lo fijamos en su lugar definitivo. Este trabajo, es decir la fabricación de bocetos caseros que se enviaban para ser fotografiados y “quemados” en planchas de impresión, era el estándar de la industria para el proceso de litografía offset antes de que el uso de las computadoras se volviera masivo. Era una labor extremadamente lenta y exigente que requería de un ojo crítico entrenado y de una destreza manual con mucha práctica.
El dilema que rodea a la presentación de obras o materiales de archivo activista sin que vayan acompañados del trasfondo y el contexto social que impulsó a su creación, se presenta en obras como The New York Crimes: estas pueden convertirse en piezas de archivo o institucionales, pero sus funciones como críticas continuas pueden verse obstaculizadas con frecuencia en estos procesos. En el caso de obras como Crimes, basadas en la apropiación posmoderna y en la estrategia situacionista del détournement [1], es que todo su proceso de creación podría convertirse en una réplica seductora de las lenguas vernáculas del capitalismo tardío, eclipsando así la intención política que lo originó.
Un día en Nueva York, un pequeño grupo de activistas, cada uno armado con diez dólares en monedas de veinticinco centavos, se apoderó de la voz del periódico oficial con un solo objetivo: comunicar el impacto del SIDA en comunidades que no captaban la atención de periodistas y editores en uno de los epicentros de lo que pronto se convertiría en una pandemia mundial. Todo en este proyecto, desde su concepto, la escritura colectiva, la edición, la producción y su difusión ilegal en medio de la madrugada, fue realizado de forma casera y logró viralizarse por la ciudad. Fue un reflejo de las tantas docenas de manos humanas que tocaron a todos y cada uno de los periódicos y que trabajaron en cada aspecto del mismo. Bajo una vitrina de exhibición o bordeado por un marco, The New York Crimes es un vestigio de curiosidad cultural. Aquella noche, en las calles de Nueva York, fue un serio intento de salvar vidas en las múltiples comunidades afectadas por el SIDA.
Traducción Juan Queiroz y César Villamil
*Avram Finkelstein es un artista y activista miembro fundador del colectivo Silence = Death y Gran Fury. Es autor del libro After Silence. A History of AIDS through Its Images, University of California Press, 2018. Esta es su segunda colaboración para Moléculas Malucas luego de "Odio a l*s héteros: separatismo y sida en los años 80", publicado en abril de 2020.
Nota de los traductores
[1] Détournement (desvío), proviene del movimiento situacionista francés, y se refiere a la posibilidad artístico-política de apropiación de objetos creados por el capitalismo o los sistemas político hegemónicos, y distorsionarles su significado y uso original para así poder producir un efecto crítico.
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Cómo citar este trabajo
Finkelstein, Avram. The New York Crimes.
Traducción del inglés de Juan Queiroz y César Villamil.
Moléculas Malucas, agosto de 2021