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La propiedad del cuerpo como un derecho absoluto

Alianzas entre feminismos y disidencias sexo-genéricas


En este artículo, construido a partir de datos históricos, Mabel Bellucci rescata la articulación del activismo feminista junto al de disidencias sexo-genéricas para debatir sobre quién es el protagonista político por la disputa del aborto voluntario, más allá de las mujeres blancas heterosexuales cis como únicas portadoras de ese derecho. El texto forma parte del libro Historia de una desobediencia. Aborto y feminismo, que la editorial Capital Intelectual acaba de lanzar en una reedición ampliada y corregida.


Por Mabel Bellucci*



Lohana Berkins fotografiada por Marcelo Ernesto Ferreyra. Córdoba, 1998. Fondo Marcelo Ernesto Ferreyra. Programa de Memorias Políticas Feministas y Sexogenéricas, CeDInCI.

Al armado de una cartografía histórica[1] toma como dominio de análisis los acontecimientos por la conquista del aborto voluntario por fuera del feminismo heterocentrado, mujeril y blanco. A pesar de sus distintos solapamientos, existen diferencias en la política y en la teoría entre los feminismos y el movimiento LGTBI (Lesbianas, Gays, Transexuales, Bisexuales, Intersex). La cartografía, sin embargo, testimonia cómo las demarcaciones entre estos movimientos siempre fueron porosas en cuanto al articulado de coaliciones puntuales y situadas desde la década del 2000 en adelante. Pese a ello, sin duda quedaron marcas experienciales y derivas que propiciaron alianzas en torno a tal demanda. A lo largo de estas últimas décadas, se originó una proliferación de organizaciones y colectivas activistas en la profundización de la discusión social y política que entablaron, la variación de agendas, los cambios de organización y de prácticas políticas, encuentros y desencuentros, roces y desvíos que atravesaron ese momento. De una u otra manera, cada una con lo propio, un sinnúmero de ellas apostaba a la superación del contenido heterocis, blanco y mujeril del aborto voluntario. Hubo intentos de compartir el debate con todos los espacios abiertos a coaliciones heterogéneas entre saberes teóricos y militancias de trinchera, que anticipaban la complejidad y las nuevas vertientes de acuerdos comprometidos alrededor de este reclamo puntual. Por ejemplo, si hurgamos durante la década de los 90, colectivas integrantes de las minorías sexuales (como se llamaban en ese entonces) como fue Gays por los Derechos Civiles (Gay DC), de la mano de Carlos Jáuregui y su grupo más íntimo, se expidió a favor de las luchas por el aborto voluntario. Fue en 1994 que Gay DC acompañó a las agrupaciones feministas y de mujeres durante la reforma constitucional cuando se intentó incorporar la cláusula antiaborto –la defensa de la vida humana desde el momento de la concepción–, impulsada por el entonces presidente Carlos Menem bajo presión explícita de la Iglesia católica y el opus dei, representado por el ministro Barra. Frente a esta alianza, la Comisión por el Derecho al Aborto (CDA) publicó una solicitada para el 8 de marzo de 1994, víspera de la Convención Constituyente: “Anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir” con un centenar de firmas provenientes de los más variados cenáculos: Dora Coledesky, Alicia Cacopardo, Mabel Bellucci, Osvaldo Bayer, Mabel Bianco, Vilma Ripoll, Beatriz Sarlo, Nora Cortiñas, María Alicia Gutiérrez, Martha Rosenberg, Isabel Larguía, entre ellas, figuraba la de Carlos Jáuregui. Al poco tiempo, en el reportaje “Homosexuales: una cruzada de represión. La Iglesia pone el grito en el cielo”, del 15 de junio de 1994, en el diario Página/12, a raíz de las declaraciones del Papa en contra del aborto, Carlos opinó: “Nosotros apoyamos en forma permanente los derechos de las mujeres a decidir sobre sus propios cuerpos. No solo consideramos que el aborto debe ser despenalizado, sino que también debe legislarse. Como dice la consigna: anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”. Finalmente, para dar su apoyo a la causa, escribió otros artículos en dicho medio en franca línea con este compromiso[2].


En cuanto a las colectivas de travestis, finalizando los años 90, ingresaron al feminismo abortero de la mano de figuras como Lohana Berkins y Diana Sacayán. En el XIX Encuentro Nacional de Mujeres, realizado en la ciudad de Mendoza en 2004, aumentó el número de activistas travestis. A su regreso, Berkins respondió al periódico de izquierda Nuestra Lucha sobre las razones que llevaron a que sus pares integraran un espacio que años atrás era considerado exclusivamente de mujeres heterosexuales y cis[3]. Lohana se comprometió y fue parte de la lucha feminista por la despenalización del aborto, al integrarse desde los orígenes a la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Más aún: ella formó parte de la última etapa de la Comisión por el Derecho al Aborto. Todo aconteció cuando en el grueso del feminismo porteño imperaban posturas heterosexuales, blancas, separatistas y mujeriles. Mientras que el activismo proaborto colocó de relieve el diálogo mutuo de convergencia en términos de retroalimentación, de influencias recíprocas entre los nuevos feminismos y la disidencia sexo-genérica, contra la discriminación y el machismo dominante. Así, inauguró una nueva historia en el debate feminista argentino y latinoamericano: el travestismo feminista.


En 2005, en el VIII Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe (EFLAC) realizado en Sierra Negra, Brasil, se había discutido en intercambios previos, en talleres y en conversaciones en torno a la inclusión de las feministas travestis y no habían llegado a acuerdos. Por primera vez se recurrió a la votación, que fue mayoritaria a favor de su ingreso. Se tuvo que esperar hasta marzo de 2009, en el EFLAC realizado en México, para que hubiera una participación significativa de referentas de colectivas trans de América Latina y el Caribe. Estuvieron presentes Belissa Andía Pérez, ILGA, Secretariado Trans Mundial; Instituto Runa (Perú); Lohana Berkins, Asociación de Lucha por la Liberación Travesti (Argentina); Hazel Gloria Davenport, Humana: Nación Trans (México); Amaranta Gómez, Organización Binni Laanu (México); Sharloth Pérez, Asociación Nicaragüense Trans (Nicaragua); Vicki Yáñez, Organización por la Dignidad Trans (Chile); Thalía Almenares, Transaa (República Dominicana); Dorian Edith Hérnandez, Comisión Nacional del PRD (México); Angie Rueda Castillo (México); Glenda Prado, Colectivo La Libélula A.C. (Monterrey, México) y Nathalia Márquez (Colombia). En la clausura del encuentro presentaron un documento de cierre y fue Lohana Berkins quien lo redactó y lo leyó en la plenaria final, en el cual se expedían así: “Levantamos todas las banderas de nuestras luchas: por la despenalización del aborto, por el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, sobre nuestros placeres, sobre nuestras sexualidades, sobre nuestras historias, sobre nuestras identidades”[4]. Este escrito significó un hito, una pieza clásica que merece ser recordada como un texto fundacional del accionar y pensar de corrientes travestis feministas de la región.


En una entrevista realizada en noviembre de 2008 para la publicación del Centro Latinoamericano en Sexualidad y Derechos Humanos, más conocido como CLAM, Lohana explicaba con gran lucidez en qué momento comenzaron las travestis a plantearse la cuestión del aborto a partir de su vinculación con los feminismos en torno a la sexualidad y a su condición de sujetas políticas no blancas ni heterosexuales: “Ahí, otra vez, empezamos a tomar un tema que no nos era propio directamente, pero sí veíamos la demanda de la propiedad del cuerpo como un derecho absoluto. Ese reclamo de la propiedad del cuerpo (en este caso, las mujeres para decidir su procreación, cuándo tener hijos, por qué tenerlos y con quién tenerlos) hacía un cruce nodal con nosotras: ‘Nosotras queremos el cuerpo para transformarlo, para vivirlo, para mostrarlo o para lo que fuera’. Yo creo que ahí es cuando nosotras vislumbramos la cuestión de la defensa de los derechos sexuales y, después, reproductivos”[5].



Varones antipatriarcales y lesbianas luchan por el aborto legal


En 2009, en el Centro Social y Cultural Olga Vázquez de La Plata, nació el Colectivo de Varones Antipatriarcales. Desde sus inicios se propusieron con empeño generar un espacio autoconvocado con una dinámica horizontal y sin identificaciones institucionales. Para ellxs, la apuesta era la presencia activa y el protagonismo de sus integrantes, con una profunda implicación en el proceso de autotransformación. Se autodefinían contra todo tipo de jerarquía, desigualdad, explotación y opresión confrontando al patriarcado y a cualquier sistema de dominación que reproduzca desigualdades como un mecanismo de fragmentación y estratificación vertical. En este trazado, sus prácticas políticas explicitaban un posicionamiento antiheterosexista, anticapitalista y antirracista. En efecto, la intención de Varones Antipatriarcales giraba en torno a la tarea de deconstruir las identidades masculinas que se sostienen en el sistema de valores hegemónico con una voluntad de poder y de dominio que hasta ahora los ha caracterizado como tales. Pasada la primera etapa, estos grupos se ramificaron en las principales urbes: La Plata, Rosario, Buenos Aires, Neuquén, San Luis, Gran Buenos Aires y Mendoza. Ellxs le dieron una vuelta a la refinada consigna feminista que perdura de los años mozos hasta la actualidad: “Lo personal es político y lo político, colectivo”. “Ni machos ni fachos” era uno de sus lemas centrales. Otro es: “El feminismo no es solo cosa de mujeres”. En líneas generales, afirmaban la existencia de hombres que cuestionan la masculinidad asociada a la fuerza y a la violencia. Hombres y activistas que rechazaban el heterosexismo, que propiciaban talleres de formación y sensibilización entre varones y también mixtos. A estas potentes actividades, les sumaban mesas redondas, intervenciones en congresos académicos, producción en la prensa gráfica, intervenciones en programas de radio, junto con la organización de festivales de música y campamentos. El 8 de marzo de 2011 lanzaron un manifiesto: “Varones por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Penalizar el aborto no es defender la vida, es multiplicar las muertes”[6].


Concentración de #NiUnaMenos en la Plaza Moreno. La Plata, junio de 2015. Foto: Facebook del Colectivo De Varones Antipatriarcales.

Ese mismo año, Las lesbianas feministas contra la criminalización del aborto aportaron lo suyo al crear la línea telefónica “Más información, menos riesgos”, en la que se brindaba información sobre abortos medicamentosos para intentar evitar que la mortalidad materna en la Argentina siga en crecimiento. Esta colectiva produjo una emergencia de discursos muy dispares, que han confluido en constituir al aborto como un tema de Estado. En 2010, publicaron el manual “Todo lo que querés saber sobre cómo hacerse un aborto con pastillas”, editado por El Colectivo. Este libro también estaba disponible en formato digital y se pensó como complemento de la consejería telefónica. De acuerdo a Martín Alejandro Oliva en su trabajo “Más información menos riesgos. La irrupción de los saberes sometidos en las prácticas de aborto con medicamentos”, ellas “al difundir información científica sobre un método abortivo seguro –que puede ser llevado a cabo por las mismas mujeres prescindiendo de la intervención de un/a profesional–, han puesto en el centro del debate cuestiones tales como el saber médico institucional y el riesgo de la utilización de fármacos sin prescripción médica; el derecho a la información y la autodeterminación sobre el propio cuerpo; y por sobre todo el rol del Estado frente a un hecho que se presenta como ineludible: la práctica del aborto como una práctica real y actual de las mujeres, independientemente del marco legal”[7]. Así, recuperaron aportes teóricos que abarcan desde el pensamiento antirracista descolonial hasta formulaciones del lesbianismo más radicalizado. Desde ese paradigma afirmaban la existencia de privilegios de clase racializados, en un país en el que quienes mueren por abortos clandestinos son, en su inmensa mayoría, mujeres no blancas de sectores populares Por otra parte, en una apuesta aún más osada, declaraban que “el aborto lesbianiza”[8].


Tapa del manual "Todo lo que querés saber sobre cómo hacerse un ABORTO con pastillas", compilado por Lesbianas Feministas por la Descriminalización del Aborto. Editorial El Colectivo, Buenos Aires, 2010.

En relación a debates más actuales, a partir de la visibilidad del colectivo de hombres trans y personas de género neutro, no binaries, están exigiendo el derecho de abortar como cualquier corporalidad que porte un útero. La integridad corporal y la autonomía decisional siguen siendo sus dos puntos fuertes. El área de hombres trans de ATTTA se abrió en 2011. En ese entonces fue Claudia Pía Baudracco quien incentivó a Gian Franco Rosales para que se organizara junto a otros hombres trans. Ella insistía en que lo importante era que el reclamo se escuchara desde sus propias voces. Cuando Gian Franco aceptó le ofrecieron en ATTTA la posibilidad de integrar esta organización, que llevaba 18 años de lucha por la inclusión y contra la discriminación. Así, este activista y también funcionario de la Municipalidad de Avellaneda participó en diferentes debates y mesas redondas relacionadas con el aborto voluntario. En una de ellas bajo el lema “Hablemos de aborto” allí, Gian Franco planteó el peculiar dilema que enfrentan las personas trans: “Un lugar aún más invisibilizado cuando se habla de legalización del aborto, ya que los varones trans también sufren de violencia obstétrica a la hora de requerir atención médica y más aún en la situación de embarazo. Del aborto de varones trans no se habla, no hay estadísticas porque directamente se nos considera mujeres. Al hablar de legalización del aborto debe hacerse extensivo a todas las personas gestantes, porque lo que no se nombra no existe”[9]. Otra manifestación de influencias recíprocas entre el movimiento de mujeres, los feminismos y el activismo LGTTBI se cristalizó en 2010 dentro de un espacio de militancia trotskista. En la XIX Marcha del Orgullo, de ese año, la agrupación feminista Pan y Rosas y la juventud LGTB del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) lanzaban un comunicado en conjunto[10]. En él se hacía evidente la articulación de demandas históricas de la izquierda, una corriente feminista y colectivos de disidencia sexual en torno a la práctica del aborto libre y gratuito en el hospital público. De algún modo, se volvían a retomar experiencias de los años setenta en cuanto a amalgamas de luchas compartidas contra la subalternidad y la exclusión. En suma: convocar a quienes interpelan la imposición de la heterosexualidad cis como régimen político, en el que para que alguien aparezca alguien más tiene que desaparecer.



*Activista feminista queer



[1] Piedra Guillén, Nancy, “Relaciones de poder: leyendo a Foucault desde la perspectiva de género”, Ciencias Sociales, Nº 106, México: Universidad Autónoma del Estado de México, 2004, p. 127.

[2] Bellucci, Mabel, Orgullo. Carlos Jáuregui, una biografía política. Buenos Aires, Final Abierto, 2020, p. 83-84.

[3] “Desde nuestra organización trabajamos para promover la participación de travestis y transexuales en luchas y campañas para erradicar la violencia basada en género. Además, intentamos fortalecer los derechos humanos de travestis y transexuales trabajando en coalición con organizaciones de mujeres y de minorías sexuales. Luchamos por el reconocimiento y garantía de los derechos sexuales de grupos en situación de vulnerabilidad (mujeres, minorías sexuales y adolescentes). También queremos promover un cambio cultural a fin de erradicar las prácticas travestofóbicas, homofóbicas, misóginas y androcéntricas que producen subordinación y explotación”. Nuestra Lucha, nº 18, 2004.

[4] https://latfem.org/somos-feministas-cada-una-a-su-modo-y-gusto/

[5] http://www.clam.org.br/uploads/arquivo/Entrevista%20con%20Lohana%20Berkins(1). pdf

[6] https://feminicidio.net/articulo/%E2%80%9Cni-machos-ni-fachos%E2%80%9Dhombres-antipatriarcales-favor-del-aborto. Véase también “¿Por qué los varones debemos involucrarnos en esta lucha?”, Suplemento Las 12, Página/12, Buenos Aires, 11 de mayo de 2012. Disponible en http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/ las12/13-7238-2012-05-11.html. Comunicado de Varones por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, Portal Indymedia Argentina, 14 de septiembre de 2011. Disponible en http://argentina.indymedia.org/news/2011/09/792633.php.

[7] Martín Alejandro Oliva, “Más información menos riesgos. La irrupción de los saberes sometidos en las prácticas de aborto con medicamentos” en IX Jornadas de Sociología. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, 2011, p. 3.

[8] Lesbianas y feministas por la descriminalización del aborto, “El aborto lesbianiza”, Página/12, Buenos Aires, 19 de abril de 2014.

[9] http://revistafurias.com/hablemos-de-aborto/

[10] http://www.pts.org.ar/Luchemos-por-la-ley-de-Identidad-el-derecho-al-aborto-y-la-separacion-de-la-Iglesia-del-Estado.



Este texto forma parte del libro Historia de una desobediencia. Aborto y feminismo, que la editorial Capital Intelectual acaba de lanzar en una reedición ampliada y corregida.


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Cómo citar este texto:

Bellucci, Mabel.

"La propiedad del cuerpo como un derecho absoluto. Alianzas entre feminismos y disidencias sexo-genéricas".

Moléculas Malucas - Septiembre de 2020.


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