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La guerra es el problema, no la solución

El Comité No a la Guerra en Buenos Aires



En 1999 en el contexto de la Guerra de los Balcanes se constituyó en Buenos Aires un movimiento espontáneo y de resistencia civil: el Comité No a la Guerra. En este artículo escrito para Moléculas Malucas, Mabel Bellucci rescata la intensa trayectoria de este frente y a partir de la publicación de su primera solicitada analiza la heterogeneidad de firmas que se pronunciaron contra la invasión y que devela el entrecruzamiento de movimientos y colectivos que se presentaron a lo largo de los años noventa. De igual forma, la autora reconstruye de manera sucinta la trama histórica de lo que se conoció como la guerra de la antigua Yugoslavia o la guerra de los Balcanes.



“Círculo”. Fotografía realizada durante la Tercera conferencia internacional "Red de Solidaridad de Mujeres contra la Guerra”. Plaza de Novi Sad, Serbia, agosto de 1994. Fuente: Gentileza de Vesna Pavlović, ©Vesna Pavlović.


Por Mabel Bellucci*


El Comité No a la Guerra se autoconvocó en Buenos Aires en abril de 1999 frente a la intervención multinacional de la OTAN que, esgrimiendo razones humanitarias, invadió al pueblo de Kosovo bajo el argumento de luchar contra el régimen del presidente de Serbia (1989-1997) y luego de Yugoslavia (1997-2000), Slobodan Milosevic. Asimismo, también cuestionaba la opresión y la limpieza étnica del poder genocida de Milosevic en Kosovo. Ambos hechos representaron para este espacio las dos caras de la misma moneda. Por lo tanto, este frente retomó el impulso antibelicista y antimilitarista de las vanguardias obreras, feministas e intelectuales de cuño socialista y anarquista de las primeras décadas del siglo XX.


En aquel momento Kosovo dependía de Serbia, aunque gozaba de una creciente autonomía y de una representación propia en las instituciones federales como provincia autónoma socialista. En 1989, Slobodan Milosevic le quitó su autonomía y suprimió las autoridades locales y la enseñanza en albanés. Después de las cruentas guerras que siguieron a la disolución de la antigua Yugoslavia socialista durante la década de 1990, Milosevic temía que Kosovo se independizase y se uniese a Albania para formar una Gran Albania islámica en el corazón de los Balcanes. Este conflicto beligerante se presentó dentro de un escenario internacional liderado por la OTAN, actuando como gendarme indiscutido del nuevo orden mundial, bajo la total hegemonía de Estados Unidos. Su narrativa militarista de la seguridad ahondó el espiral belicista. Ante la continua represión serbia en Kosovo, este organismo internacional inició el primer embate conjunto bajo el imperativo de “razones humanitarias.”


Por ejemplo, el 23 de abril de 1999 al cumplirse los 50 años de creación de la OTAN, después de las sesiones finales en la Cumbre en Washington, su secretario general (1995-1999), Javier Solana, señaló en la conferencia de prensa que “en los 19 miembros había total determinación y total unidad para continuar la campaña aérea contra el gobierno de Slobodan Milosevic y la limpieza étnica de los albanos-kosovares”. Y proseguía: “Iremos hasta el fondo. Seguiremos adelante hasta que tengamos éxito.”


La desintegración cruenta de la antigua Yugoslavia en la última década del siglo XX, con sus trágicas guerras civiles y limpiezas étnicas dejaron aproximadamente un cuarto de millón de muertos.

Mujeres de Negro Contra la Guerra. Serbia, 1991. Fuente: radiosarajevo.ba

Un espíritu espontáneo y asociacionista


El Comité No a la Guerra en Buenos Aires tuvo coincidencias similares con otros espacios civiles antimilitaristas en distintas partes del mundo. En abril de 1999 se constituyó a partir de un reducido número de agrupaciones estudiantiles de la Facultad de Filosofía y Letras y de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, algunos organismos de derechos humanos, de mujeres, homosexuales, feministas, activistas antibelicistas, intelectuales, izquierdas independientes, personalidades de la cultura y la política local, junto a unas cuantas voluntades individuales. Es interesante remarcar que la militancia a lo largo de los años noventa disponía de una vocación de entrecruzamiento de diversas miradas que consolidó un armado de alianzas heterogéneas con experiencias tan disímiles como tradiciones e historias diferentes. Esta forma de activismo encarnaba otros modos de politizar las luchas. Era la época en que los colectivos se congregaban para articular modos operativos con el objetivo de instalar debates anhelados para luego apostar a acciones micropolíticas. Todo ello otorgó una práctica de convivencia política, sin un anclaje ideológico de fondo, lo cual permitiría preservar la independencia necesaria. Por esa razón, previo a la constitución del Comité No a la Guerra ya se venía accionando en el articulado de coaliciones frente a distintos conflictos sociales y acontecimientos puntuales. Luego dichas afinidades convergieron para pronunciarse y desaprobar la intervención de la OTAN en Kosovo como la política de exterminio étnico de Milosevic. Su objetivo era no aceptar los falsos dilemas y con la firme convicción de denunciar ambas políticas autoritarias, violentas y antidemocráticas.


Volante del Comité No a la Guerra que reproducía algunos fragmentos de su primera solicitada aparecida el 2 de mayo de 1999 en el diario Página 12. Fuente: Archivo Librepensadora Liberacionista.

De acuerdo al testimonio del historiador Martín Bergel:


“El Comité de 1999 se monta en experiencias previas al Comité en 1990 con la Guerra del Golfo Pérsico. Las primeras veces nos reuníamos en el local del SERPAJ [1]. Recuerdo que una tarde en la casa de Blas de Santos pintamos una bandera. Era bien, bien en las primeras épocas del correo electrónico, con lo cual era toda una innovación estar en una comunicación tan estrecha. Eso es una diferencia con el primer Comité No a la Guerra. El email significó el inicio de un activismo transnacional que permitía recibir mucha información más fluida. Recuerdo de haber mandado un email bastante contundente y entonces se formó el colectivo. Blas y Martha Rosenberg fueron figuras importantes por sus experiencias en otros espacios” [2].


Mientras que otro historiador participante también de este espacio, Leandro Benmergui, coloca esta experiencia como formadora en lo personal, dentro del proceso de luchas que se acelerarán en los años siguientes en Argentina:


“Recuerdo que comenzó como un malestar hacia la guerra que compartimos y charlamos mucho con Martín Bergel. Un malestar hacia Estados Unidos agrediendo con su invasión, a Europa y la OTAN, pero también sobre el odio y la limpieza étnica de Milosevic. En ese momento habíamos empezado a discutir qué hacer. Martín siempre tenía esa capacidad de articular distintos espacios y personas que compartían un arco de sensibilidades. Al inicio éramos un grupo pequeño. Recuerdo reunirnos en la casa de Blas con Bergel, Martha Rosenberg, María Alicia Gutiérrez, Mariana Santagelo. Ahí pintamos la bandera con el Guernica de Picasso. En un principio tuvimos reuniones en el SERPAJ y también una vez con Pérez Esquivel. Al mismo tiempo, aparecieron debates y cartas de intelectuales internacionales pronunciándose contra la guerra. Desde mi propia experiencia lo recuerdo como un momento que va a llevar también a la organización del movimiento 501 en octubre de ese año. Yo que no había militado nunca en un partido de izquierda, para mí fue una experiencia muy importante. Fue un momento de discusión y movilización en Argentina que incluyeron el horizonte del Foro Social Mundial, el apoyo a la toma y lucha de las trabajadoras de la fábrica textil Brukman y a las otras fábricas autogestionadas y que va a llevar al 19/20 de diciembre de 2001” [3].


Movimiento de mujeres, feministas y LGBT yugoslavos en acción


Por lo tanto, se desprende que el Comité No a la Guerra en Buenos Aires no intervino sobre una tabla rasa. Todo lo contrario, se nutrió de su práctica pasada en 1990 con la guerra del Golfo Pérsico por la invasión de Irak en manos de Saddam Husein al pequeño emirato de Kuwait y también de las experiencias de las asociaciones yugoslavas, entre ellas, Mujeres de Negro.


El 9 de octubre de 1991 se fundó este movimiento en Belgrado como respuesta a la Guerra de los Balcanes denunciando el genocidio de Milosevic y el alto grado de militarización de la OTAN. Su lema era: "Excluyamos la guerra de la historia y de nuestras vidas".


Desde sus inicios siguieron la experiencia de las pacifistas italianas, liderado por Staša Zajović, feminista, pacifista y militante del movimiento LGBT serbia. En Belgrado fue una de las activistas mentora de las vigilias silenciosas de las Mujeres de Negro que se reunían con regularidad cada semana desde 1991 a 1999 como protesta no violenta contra la guerra y la política del régimen serbio; el nacionalismo; el militarismo y todas las formas de odio, discriminación y violencia. Apoyaban a los desertores de todas las ex repúblicas yugoslavas. A la vez, organizaban acciones para acoger a los refugiados.


Una fotografía reciente de Staša Zajović, feminista, pacifista y militante del movimiento LGBT serbio. Fuente: monitor.com.me

El grupo consiguió extenderse por la antigua Yugoslavia convirtiéndose en el nexo de unión de las mujeres de Croacia, Bosnia y Kósovo.​ También consiguieron organizar diez encuentros internacionales anuales mientras duró la guerra en la zona y extendieron la red de apoyo por todos lados. Zajović viajó con frecuencia a Europa para denunciar la situación y coordinar la solidaridad con las redes mundiales, en especial, en Italia donde se creó el primer grupo de Mujeres de Negro en Europa (Donne di Nero 1991) con motivo de la Guerra del Golfo.


Ella publica libros y en revistas numerosos ensayos, artículos en medios de comunicación locales, regionales e internacionales, sobre las mujeres y la política, derechos reproductivos, la guerra, el nacionalismo, la resistencia de las mujeres a la guerra y el antimilitarismo.


Tal asociación de mujeres en luto simbólico comenzó a afianzarse y a proyectarse en diferentes países y redes sociales como opción pacifista y feminista que denuncia diversas injusticias relacionadas con los conflictos armados de todo el mundo. De esta forma, se propone construir una política de paz internacional oponiéndose ante cualquier avasallamiento al derecho de las etnias y minorías. Llama y apoya a la deserción y a la objeción de conciencia. Tras los acuerdos para poner fin a los enfrentamientos armados, trabaja en la postguerra desde la Justicia Transicional, a modo de desentrañar las causas y responsabilidades individuales y colectivas que provocan las contiendas. Su accionar está dirigido al desmantelamiento del orden patriarcal militar, el autoritarismo, el genocidio y el imperialismo.


Otro movimiento que también activaba con intensidad en Belgrado era la Campaña contra la Homofobia (CAH), un proyecto sostenido por el grupo gay ArKadia, la Asociación Europea de la Juventud Serbia y el Fondo de Derecho Humanitario. CAH envió un extenso comunicado de prensa por correo electrónico bajo las firmas de sus coordinadores, el escritor y crítico de teatro, Dejan Nebrigic y el filósofo Dusan Maljkovic, que planteaba lo siguiente:


“Las bombas que caen sobre la República Federal de Yugoslavia no están dirigidas contra el régimen sino, por el contrario, paradójicamente, contra quienes se oponen a él. Los ataques de la OTAN debilitan en forma directa nuestras acciones en pro de la democratización de Serbia y pone en peligro nuestras vidas. Mientras se efectúen los bombardeos es imposible luchar contra el régimen de Milosevic y su esposa, imposible abogar por los derechos humanos de las minorías sexuales o por cualquier otro derecho humano”.


Dejan Nebrigić, activista gay serbio, miembro del Anti-war Center (Centro contra la Guerra) y de Mujeres de Negro. Nebrigić fue asesinado en su su casa en 1999 luego de una serie de amenazas y ataques previos que la policía no se encargó de investigar adecuadamente. Fuente: Women in Black publications.

Por último, queda por nombrar al Grupo de Feministas Revolucionarias de Serbia, que en otro correo electrónico del 18 de mayo proponía: “organizar un encuentro internacional destinado a feministas activistas con el propósito de crear una fuerte red de todo el mundo, tan pronto como sea posible, para denunciar las violaciones a los derechos humanos que se llevan a cabo durante esta guerra”.


Ahora bien, a nivel local también aparecieron una cantidad de columnas de opinión en medios gráficos en repudio tanto a las violencias de la OTAN como a las de Milosevic. Todas ellas fueron publicadas poco antes del surgimiento del Comité No a la Guerra en Buenos Aires. De esta forma, se manifestó Eduardo Pavlovsky, dramaturgo y psicoanalista, en el diario Página 12, el 28 de marzo. Mientras que Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz en 1980 y destacado defensor de los derechos humanos del SERPAJ anticipó en un artículo en el mismo diario, del 6 de abril, que:


“el conflicto en Kosovo podría desencadenar la Tercer Guerra Mundial y que los bombardeos de la OTAN contra Yugoslavia no resolverían el problema étnico, sino que lo estarían agravando. La crisis en los Balcanes debe solucionarse mediante el diálogo, propuestas alternativas y el respeto al derecho de todos. Toda guerra sabe cuándo comienza, pero nadie sabe cómo termina. Mientras los conflictos armados continúan castigando a la humanidad otra bomba silenciosa, el hambre sigue creciendo a la par.”


Al mismo tiempo, en la primera quincena de abril de 1999, Hebe de Bonafini y Hebe de Mascia, en representación de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo, viajaron a la ex Yugoslavia y brindaron su total solidaridad para con los pueblos que estaban siendo masacrados por los bombardeos de la OTAN. Durante la estadía de siete días en un país convulsionado por el conflicto bélico, la delegación realizó múltiples actividades. Además de recorrer las calles de Belgrado, visitaron un campo de refugiados, acompañaron una noche una de las movilizaciones diarias más importantes realizadas por el pueblo de la ciudad: pararse en el único puente que hasta ese momento había sobrevivido a los misiles, para evitar su destrucción.


“Todos los días tienen una actividad, que es un concierto en una plaza y, por la noche, cubrir el puente, porque se los volaron todos, y sólo les queda uno, que es histórico y une la ciudad. Nos dijeron si queríamos ir y estuvimos de acuerdo”, precisó Hebe de Bonafini, apenas regresó a Buenos Aires, en una entrevista realizada por Demetrio Iramain, columnista del periódico virtual Contraeditorial, publicada en la revista Madres de Plaza de Mayo en la edición 163, mayo de 1999. Además, Demetrio relata las múltiples intervenciones políticas que ambas referentas desarrollaron por Europa tras su partida de Belgrado: “las Madres recorrieron Francia, España e Italia. En el país galo hicieron una presentación judicial que replicaron luego en España, solicitando que las guerras junto a la destrucción indiscriminada de ciudades y la muerte de población civil por ejércitos regulares sean declaradas crimen de lesa humanidad. La presentación fue ampliamente difundida en Europa, alcanzó la tapa del periódico Le Monde y generó polémica en el interior de la izquierda debido a que la mayoría apoya la guerra”.


Hebe de Bonafini y Hebe de Mascia finalizando su recorrida por Europa. Italia, abril de 1999. Fuente: Archivo Histórico de la Asociación Madres de Plaza de Mayo.

Pocos días después, el 28 de abril, el Frente Izquierda Unida dio a conocer una extensa solicitada bajo el título “Ante la grave situación en los Balcanes. La posición de Orientación Socialista proponía:


1) Exigir al gobierno nacional la reducción de las relaciones diplomáticas con los países integrantes de la OTAN hasta tanto cesen los bombardeos y demás acciones de agresión y las operaciones criminales que se realizan en Kosovo por el gobierno de Yugoslavia.

2) Exigir al gobierno de Yugoslavia iniciar de inmediato acciones contra los países miembros de la OTAN ante la Corte internacional de Justicia de La Haya.

3) Realizar gestiones ante organismos de derechos humanos que estén en contra de las agresiones y que operen en Europa contra los países miembros de la OTAN como contra el régimen de Slobodan Milosevic, integrantes de su gabinete y militares yugoslavos y jefes del autodenominado Ejército de Liberación de Kosovo.


En cuanto al Comité No a la Guerra retomó las mismas acciones desarrolladas durante el conflicto del Golfo Pérsico:


Primero, organizó una movilización con más de cien mujeres de un amplio espectro de la vida pública que marcharon por las calles de Buenos Aires, vestidas de negro riguroso, como lo venían haciendo las israelíes, palestinas, yugoslavas y europeas. En silencio y sin consignas partidarias marcharon bajo la proclama emblemática “La guerra es el problema, no la solución” [4]. Segundo, esa iniciativa callejera además tuvo como objetivo otorgar un documento que contenía más de trescientas firmas y reproducía el mismo texto que luego se presentó en la primera solicitada, tanto en la embajada de Serbia, ex Yugoslavia, Marcelo Torcuato de Alvear 1705, como en la sede de la Comunidad de la Unión Europea, Ayacucho 1537. La feminista Monique Thiteux Altschul y Blas de Santos fueron quienes entregaron una carta a las autoridades de la Unión Europea y a la salida del organismo tuvieron un breve intercambio con los medios de prensa que se habían acercado al lugar. Tercero, se aprestó a otra movilización autoconvocada con la participación de cuatrocientas personas sueltas sin apoyos partidarios, en dirección a la embajada de Serbia. Además, a partir de las variadas intervenciones públicas, se organizó un taller de reflexión en torno a los discursos xenófobos, chauvinistas, imperialistas y coloniales que se desatan frente a un conflicto beligerante.


El 2 de mayo el Comité No a la Guerra lanzó su primera solicitada bajo el lema “La guerra es el problema, no la solución” aparecida en el diario Página 12 pronunciándose por lo siguiente:


1. Por el cese inmediato de los bombardeos y la amenaza de invasión fomentadas por omisión desde su inicio por las naciones Unidas en flagrante violación de su carta constitutiva que revela la subordinación de este organismo a las grandes potencias hegemónicas y su fracaso como sistema internacional garante de una paz justa y equitativa.


2. Por la búsqueda de una solución no violenta al conflicto de los Balcanes para asegurar un diálogo democrático con plena participación de todos los intereses involucrados.


3. Por el repudio a la generación de focos bélicos creados en función de los intereses del mercado, el tráfico y la industria armamentística.


4. Contra todas las lógicas propias del racismo y el nacionalismo que conducen a las más variadas formas de opresión particularmente en lo étnico y lo religioso.


Por lo tanto:


Apoyamos la creación de redes alternativas de comunicación no sometidas a la censura de los gobiernos en conflicto y a la consolidación de redes de solidaridad y resistencia internacional.


Llamamos a las fuerzas políticas de nuestro país a concretar acciones inmediatas de ayuda activa con los refugiados de todos los sectores, los desertores y los damnificados por la guerra.


Exigimos al gobierno argentino:


- El cese de su apoyo incondicional a las fuerzas de intervención militar de la OTAN.

- El apoyo activo a la solución negociada y pacífica de los conflictos a través de las organizaciones de la sociedad civil regionales, europeas e internacionales.

- Plenas garantías para el retorno a sus hogares de los refugiados y desplazados por la guerra, especialmente los albano-kosovares.


Los y las integrantes del Comité repartían volantes que reproducían algunos fragmentos de esta declaración. Además, en el lado izquierdo aparecía un emblema tomado del cuadro Guernica de Pablo Picasso y en el centro el lema “La guerra es el problema, no la solución”. Para adherir dejaban dos correos electrónicos: el de Blas de Santos y el de María Alicia Gutiérrez y un número de fax.


Esta solicitada representó un entrecruzamiento de organizaciones de derechos humanos, de mujeres, homosexuales, lesbianas, feministas, travestis, grupos estudiantiles, culturales, de artistas plásticos, ecologistas, gremiales y de izquierdas independientes: SERPAJ, Madres de Plaza de Mayo- Línea Fundadora, Abuelas de Plaza de Mayo, La Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, revista El Rodaballo, CeDInCI, Católicas por el Derecho a Decidir, Instituto de Género, Derecho y Desarrollo (Rosario), CTA (Capital), Memoria Activa, Escrita en el Cuerpo, ADEUM, La Fulana, Espacio Feminista Autónomo y Pluralista, Comisión por el Derecho al Aborto, revista Doxa, Puerta Abierta, Mujeres Al Oeste, CEIM (Rosario), Sin Moldes (Tandil), Taller Permanente de la Mujer, FICSO, revista Luxemburg, grupo La Voluntad, Jóvenes contra el Antisemitismo, la Xenofobia y la Discriminación, Democracia Avanzada, Mujeres Libres, Comunidad Homosexual Argentina, Lugar de Mujer, Grupo Convergencia, Foro Permanente por los Derechos de la Mujer, INDESO MUJER, Foro Ecologista de Paraná, Comisión de Salud Mental de la APDH, Mujeres en Igualdad, Mujeres de Izquierda, Asociación Judicial Bonaerense, Instituto de Estudios Jurídicos y Sociales de la Mujer (Rosario), Secretaría de Asuntos Académicos y Secretaría de Cultura del Centro de Estudiantes de Sociales de la UBA, Comisión Argentina Rigoberta Menchú Tum, Frente de la Mujer del Frente Grande, Corriente de Participación Popular del Frente Grande, COFEM (Comunicación Feminista), GAPS (Grupo de Artistas Plásticos Solidarios), Asociación Carlos Mugica, revista El Ojo Mocho, EMAD, FEUTE UBA, Asociación de Lucha por la Identidad Travesti y Transexual (ALITT), Área de Estudios Queer y Multiculturalismo C. C. R. Rojas, Biblioteca José Ingenieros, se siguen recibiendo firmas….


Al volver a las palabras del historiador Leandro Benmergui recogemos su definición del Comité No a la Guerra como:


“una práctica política horizontal, transversal, de tomar la calle, de autocongregarse desde distintos lugares a partir de ciertas consignas más amplias y con un período muy formativo en algunas cuestiones. Fue encontrar un poco de aire fresco en algo que yo veía en relación a los partidos políticos de izquierdas. A la distancia, lo veo como un momento dentro de esa periodización, en donde luego se ve una aceleración de los tiempos históricos. Tal vez sea por eso también que los recuerdos son más difusos” [5].


A modo de cierre, esta militancia de los años 90 con una vocación de entrecruzamiento entre movimientos permeados desde un pensamiento crítico, al poco tiempo, desembocará en la rebelión popular y multitudinaria que será protagonista del estallido que irrumpió en el escenario político del 19 y 20 diciembre de 2001. De esta manera, se logró reapropiarse de los espacios públicos que no siempre fueron vistos como propios, con una combinación de dinámicas novedosas junto con prácticas más tradicionales de un número significativo de desobediencias y luchas que se concretaron a partir del activismo de coaliciones.



*Archivista, activista e investigadora feminista queer


Emblema del Comité NO! a la Guerra. Buenos Aires, 1991 y 1999. Fuente: Archivo Librepensadora Liberacionista.

Agradecimientos


Agradezco el aporte testimonial, junto con la revisión de datos, de Leandro Benmergui y Martín Bergel. A Vesna Pavlović y a Demetrio Iramain. Y como siempre a Juan Queiroz por su dedicada edición y búsqueda de materiales gráficos.



Notas al pie


[1] Hace referencia al movimiento de derechos humanos Servicio Paz y Justicia América Latina.


[2] Entrevista realizada por la autora, mayo de 2022.


[3] Ibdem.​

[4] Artículo “El Comité No a la Guerra en Argentina”, escrito por Mabel Bellucci y María Alicia Gutiérrez, publicado en la revista Doxa. Cuadernos de Ciencias Sociales. Año X n*20, de 1999/2000, p.152.

[5] Entrevista realizada por la autora, mayo de 2022.



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Cómo citar este trabajo

Bellucci, Mabel. La guerra es el problema, no la solución. El Comité No a la Guerra en Buenos Aires.

Moléculas Malucas, junio de 2022.

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