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¡Participe! Venga a Luchar

Asambleas barriales: Del repudio a la masacre de Kosteki y Santillán al Piquete Urbano contra el capital financiero.


Al cumplirse 20 años del estallido plebeyo del 19 y 20 de diciembre de 2001, Moléculas Malucas recuerda este acontecimiento multitudinario con la publicación de un documento escrito por dos asambleas en un laboratorio de reflexión. Además, se narra por primera vez la historia del festival de poesía en repudio a la masacre de Kosteki y Santillán a cargo de la Asamblea Vecinal Rodríguez Peña y se aborda el Piquete Urbano en el Microcentro porteño contra el capital financiero, llevado a cabo por la Asamblea Popular El Cid Campeador. Todas estas intervenciones irruptivas son ilustradas con materiales de archivo y serigrafías del colectivo del Taller Popular de Serigrafía.



Por Mabel Bellucci y Gabriela Mitidieri



Manifestación de asambleas barriales. Diciembre de 2002. Fuente: Colección fotográfica del CeDInCI (Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas).

Esta introducción es parte del documento "Estado actual de las asambleas barriales" escrito el 3 de septiembre de 2003 por la Asamblea Vecinal Plaza Rodríguez Peña y por la Asamblea Popular El Cid Campeador, bajo la coordinación de Mabel Bellucci y de Gabriela Mitidieri. Fue el resultado de discusiones en un laboratorio de reflexión entre veinte asambleístas. Fue publicado en la revista Herramienta el 26 de abril de 2011.



En décadas pasadas, para las vanguardias políticas el conflicto se definía en las fábricas, universidades, sindicatos, partidos, entre otras tantas organizaciones. En el presente, por el contrario, el estallido multitudinario de colectivos de experimentación social irrumpió en el escenario político. De esta manera, lograron reapropiarse de espacios públicos que no siempre fueron vistos como propios, con una combinación de dinámicas novedosas junto con prácticas más tradicionales. Un número significativo de rebeliones y luchas se concretaron en la toma y ocupación de calles, rutas, vías de comunicación, esquinas, plazas, tierras fiscales, viviendas, bancos, fábricas y comercios desocupados en los barrios de los grandes centros urbanos. Este fenómeno se expandió en Buenos Aires, en los cordones del Gran Buenos Aires, Rosario, La Plata, Mendoza, Santa Fe y, posiblemente, en otras ciudades del país.


La rebelión popular y multitudinaria de estos días –expropiaciones, saqueos, cacerolazos, manifestaciones espontáneas, violencia colectiva e insubordinación ciudadana- instauró un continuum deliberativo que tomó formas concretas en nuevos campos de debate y deliberación: las asambleas barriales o populares. En la Argentina, el ciclo histórico que se inició en la década de 1970 concluyó en una etapa en la que el capital cometió la ofensiva reaccionaria más exitosa de la última centuria. De esta manera, primaron las características propias de los años ’90: el avance arrollador de las políticas económicas y culturales neoconservadoras que se consolidaron a partir del reinado del menemismo y se sostuvieron con el gobierno de la Alianza. Vayamos pensando que será difícil y dificultoso desentenderse de sus secuelas que se instalaron como modos de vida de nuestra sociedad. Las propensiones a la reestructuración del capital a escala mundial -bajo la hegemonía del capital financiero- forzaron profundos cambios estructurales que se expresaron en la desregulación de los mercados; la apertura de la economía nacional tendiente a una inserción internacional subordinada y las reformas del Estado con un reforzamiento de su capacidad represiva. Todas estas tendencias impusieron relaciones sociales y culturales absolutamente desfavorables y adversas no sólo para la estructura ocupacional sino también para los sectores y colectivos subalternos y masas de explotados. La dinámica misma del modelo y sus efectos conllevó al aumento cada vez más creciente de las desigualdades en cada una de sus expresiones, sin soslayar a ninguna de ellas. Confluyeron en este ciclo histórico, la explosión de la deuda externa y el colapso de nuestra economía –en el marco de un clima recesivo de la economía mundial-, las tensiones sociales y políticas acumuladas de la década anterior junto con la irrupción de una fuerte desobediencia e insubordinación ciudadana que abandonó las rutinas de la cotidianeidad. Entre tanto, los trabajadores avanzaron a partir del control de la producción bajo el ejercicio de la autogestión y las cooperativas, frente a la quiebra de empresas o su abandono por parte de los dueños. Las fábricas Brukman y ex Zanón, son ejemplos significativos; también el corte de rutas y vías de comunicación que no sólo trababan la realización de las ganancias, sino que ejercían control obrero sobre la circulación de las mercancías y personas. Simultáneamente, emergieron grupos de ciudadanos que luchaban de manera frontal contra el sistema financiero, llevando a cabo escraches a bancos nacionales e internacionales, y enfrentándose al celo policial, tal el caso de los ahorristas. Los damnificados por la banca y traicionados por ese mismo modelo en derrumbe, en la etapa de oro del menemato fueron beneficiados en base a las políticas de apertura de la economía, las privatizaciones y a la paridad cambiaria con el dólar.



19 y 20 de diciembre de 2001


Estos interminables últimos veinte años representaron también un escenario propicio para impulsar y generar modos múltiples de resistencia, de conflictos sociales, políticos y culturales que atravesaron a la sociedad argentina en todas sus direcciones. Dicha revuelta encarnó un punto de inflexión para la acción política, en su más amplio sentido, con el surgimiento espontáneo del movimiento asambleario. Ello constituyó verdaderos ejercicios de democracia directa y prefiguraron las condiciones de futuras organizaciones autogestivas de poder. Asimismo, permitieron abrir canales para planteos radicales contra el sistema de representación política incluyendo los modos de producción y gestión del conocimiento, así como el rechazo a delegar poderes al Estado. En suma: este movimiento social de rebelión plebeya sintetizó el registro de experiencias anteriores, estableciendo las condiciones para un salto cualitativo. Hasta los inicios de 2003, tal acontecimiento se convirtió en un territorio de ensayos y exploraciones sobre modos espontáneos y autogestivos de intervención política. Del mismo modo, inauguró formas ingeniosas de sostener las luchas con la irrupción impugnativa de colectivos que se apropiaron de la política y lo político. Por lo tanto, se entrecruzaron viejas y nuevas formas de lucha y de organización: todas ellas expresiones de resistencia que combinó la irrupción del movimiento de los trabajadores desocupados, las asambleas barriales, los cacerolazos, la intervención cultural callejera y los escraches con un sinnúmero de conflictos defensivos de la clase obrera y demás movimientos sociales. Y en el accionar se visibilizaron nuevos sujetos políticos: mujeres, jóvenes y personas de la comunidad gays, lesbianas y travestis. El modo de organización asambleario disponía de antecedentes de largo alcance dentro del amplio espacio de los movimientos sociales. No olvidemos que esta metodología ya se aplicaba en movimientos de significativo protagonismo histórico como el de los trabajadores fabriles, el estudiantil y, ahora, el piquetero. Presumiblemente, será de este último de donde el mundo asambleario extrajo esta variante asociativa. Tal modalidad se singularizó por presentar formas laxas e indefinidas que no sólo confrontaban las formas tradicionales de intervención pública. A partir de nuestras experiencias como integrantes de una asamblea, podríamos caracterizarla como un territorio político, en el cual se procesaron transformaciones fluctuantes entre la vertiginosidad y el reflujo, propio de los espacios fugaces y de inmediatez. Este punto es trascendente ya que muchos de sus participantes, al ser interpelados en torno a la definición de dicho ámbito, consideraron que para ellos representaba un organismo o una organización. Para nosotras, estas categorías últimas rememoran modelos característicos de los partidos políticos y los sindicatos. Veamos entonces: las instituciones clásicas se proponen como meta un absoluto totalizador por sus lógicas representativas que adjudican delegaciones, por su dictado programático, por la retórica central que fija prioridades y especificidades (pese a los matices periféricos) y, fundamentalmente, por su lucha por ocupar la estructura del Estado. A diferencia de éstas, en las asambleas barriales la participación representó una de las variables substanciales que garantizaría su sostén en el tiempo y su visibilidad pública. En esta dirección, las mismas se movían al ritmo oscilante de sus miembr@s que intentaban sostener estilos alternativos del hacer político, aunque dicha intención luego no se plasmaba en experiencias concretas. En repetidas ocasiones, viejas fórmulas que se impugnaban desde la retórica, eran puestas en práctica. En la escenografía activista, los hechos se configuraron en relato a partir de las interpretaciones que de ellos se hacían. No existía, por lo tanto, una sola verdad certificada y centralizada en manos de unos pocos sino tantas miradas como integrantes componían una asamblea. En sus orígenes, la potencia del movimiento asambleario radicó en la posibilidad de irrumpir subjetividades que ya se experimentaban en otros ámbitos, y habilitó otras modalidades de sociabilidad. Vale decir: en ellas confluyeron memorias y continuidades de protestas y derrotas precedentes.


Es posible que se hayan logrado rupturas que, como toda ruptura, genera vacíos: incertidumbres, acontecimientos sin discursos y discursos sin acontecimientos. En sus inicios, la dinámica asamblearia se singularizó por un estilo de intervención pública cuestionadora y destituyente, aunque con su transitar no siempre alcanzó a armar otro tipo de ordenamiento instituyente. Al disolverse la proyección de inmediatez simbolizada en el lema paradigmático Que se vayan todos / que no quede ni uno solo, fuimos conscientes de que nuestra posición ya no era la misma. A raíz del embrionario proceso de articulación y coalición que llevaron, tiempo atrás, muchas asambleas con fábricas recuperadas, piqueteros, frentes de luchas obreras, partidos políticos de izquierdas, así como también con colectivos artísticos, genéricos y de orientación sexual, surgió entonces el interés por definir nuestra condición. Posiblemente, estuvimos alineando una nueva identidad. Aunque haya sido así, aún no logramos encontrar respuestas a los siguientes interrogantes: ¿Seguimos siendo una asamblea por más que el número de integrantes se redujo considerablemente y existe un fuerte reflujo de los movimientos sociales? ¿Seguimos constituyéndonos desde el territorio? ¿Logramos construir nuevos sentidos? ¿Cómo pararnos frente a los últimos resultados electorales cuando en muchos barrios se votó con una amplia mayoría a figuras de centroderecha y derecha? ¿Qué es ser asambleísta en la actualidad? Después de la revuelta del 19 y 20 de diciembre de 2001, supusimos que estábamos organizando algo por fuera del sistema político. De tal modo, creíamos en nuestro potencial e imaginamos que íbamos a llevar a cabo un cambio a partir del desplazamiento del Ancien régime. Por eso, cuando el poder logró la restauración del orden hegemónico y la intervención institucional en la mediación de los conflictos sociales, las asambleas quedaron paralizadas y retraídas. A partir de ese momento, se hizo presente un deseo colectivo de presencia estatal, resignificado por las expectativas de numerosos sectores que no pudieron asumir un compromiso político a través de la democracia directa. Tal vez, el camino de lucha que se planteaba carecía de métodos tradicionales o de resultados certeros. Igualmente, el reflujo no puede de manera alguna rebatir o disminuir el recorrido.


Fuente: Taller Popular de Serigrafía.


Movimientos de resistencia mundial

Por Mabel Bellucci*


Para el nuevo siglo el acontecimiento más impresionante e influyente para la izquierda radical mundial en todas sus versiones y para los nuevos movimientos sociales fue la irrupción política tras la insurrección armada del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) el 1 de enero de 1994 en el Estado mexicano de Chiapas. Ese mismo día entraba en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA), firmado por Canadá, Estados Unidos y México. En 1999, se lanzó la revuelta de Seattle, contra la reunión de la Organización Mundial del Comercio (OMC) que originó el movimiento de resistencia de antiglobalización mundial, protestas internacionales que se desarrollaron hasta llegar a Génova, en 2001, contra la Cumbre del G-8.


La batalla que se libraba consistía en impugnar “las políticas de ajuste estructural, de corte neoliberal, promovidas por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, políticas que alcanzaron a más de 90 economías de países del Tercer Mundo y que llevaron de la mano una importante erosión de los avances conseguidos en el Sur décadas anteriores”. Asimismo, la importancia sustantiva que tuvieron los II Foros Sociales Mundiales de Porto Alegre, en 2001 y en 2002.


Folleto del Genoa Social Forum, julio de 2001.

En esta dirección, los colectivos de jóvenes constituyeron uno de los elementos decisivos de la dinámica de estas nuevas rebeliones y acciones directas protestarias que se autoconvocaron tanto en el marco internacional como nacional. Un ejemplo de lo señalado residió en los Monos Blancos (Tutte Bianche) de fácil reconocimiento por sus uniformes blancos, sus cascos y sus protecciones basadas en escudos de plástico y objetos no ofensivos, sustentados en la acción directa no violenta. Recuperaban como referentes históricos una multiplicidad de experiencias y miradas contrahegemónicas del amplio espacio autonomista italiano. Sus integrantes intentaban interpelar a los sectores subaltern*s y explotad*s: pobres, niñ*s, indi*s, campesin*s, gays, lesbianas, travestis, artistas, obrer*s precari*s, prostitutas, jóvenes en paro y amas de casa. Su gran derrota se produjo en 2001, en Génova, con la gran represión contra el movimiento de resistencia global, quienes habían conformado una contracumbre llamada el Genoa Social Forum (Foro Social de Génova). Entonces, tomaron la decisión de disolverse en un movimiento más amplio y heterodoxo, un movimiento de movimientos: “Los Desobedientes”. Había un objetivo central en sostener la contestación contra la globalización neoliberal y la oposición a la Guerra Global Permanente, militar, económica y social. Bajo la consigna “construir conflicto buscando el consenso” y “con la humanidad contra la dominación, violar las leyes injustas” experimentaron prácticas desobedientes a las subjetividades y a las fronteras del conflicto social más heterogéneo.



La Asamblea Vecinal Plaza Rodríguez Peña


Se autoconvocaba en la calle Rodríguez Peña, entre Marcelo T. de Alvear y Paraguay, frente al Palacio Pizzurno, con su estilo ecléctico francés, sede actual del Ministerio de Cultura y Educación de la Nación y de la Biblioteca Nacional de Maestros. El lugar guarda historias. La plaza fue proyectada por el magnífico Carlos Thays que se inspiró para esta obra en el romanticismo inglés. En el centro de la plaza se encuentra la escultura de mármol de Carrara El sediento, de la argentina Luisa Isella de Motteau (1886-1942).


Asamblea Vecinal Plaza Rodriguez Peña. Verano de 2002. Fuente: Colección fotográfica del CeDInCI (Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas).

Las acciones que desenvolvían eran comunes a la de otras asambleas. Ésta disponía de una intensa actividad de apoyo comunitario, así como de acciones culturales. La consigna convocante para reunirse los miércoles a las 20,30 de cada semana era “Participe. Venga a luchar. Libre ejercicio de nuestros derechos”. Cuando llovía se pasaba al local de la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA). Otras veces, en la Facultad de Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Y si existían cuestiones de urgencia política, se autoconvocaba en el bar La Academia.


Desde octubre de 2002, se sostuvo un comedor guardería de paso para hijas/os de cartoneros. La inquietud surgió, hacia fines de febrero, después de comenzar a dialogar y organizar actividades conjuntas con la gente que trabajaba en la recolección y clasificación de la basura sin otra posibilidad más que hacerlo junto a sus hij*s[1]. Así se puso en marcha un merendero con apoyo escolar, revisación médica y juegos, solicitando la colaboración de comerciantes del barrio con productos necesarios para cualquiera de estos fines. A ello, se sumaba la gente en situación de calle que vivía en los alrededores de la plaza con la que se intentaba entrar en un diálogo, no siempre fructífero.


Asamblea Vecinal Plaza Rodriguez Peña. Invierno de 2002. Fuente: Colección fotográfica del CeDInCI (Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas).

Sería largo de detallar el conjunto de eventos culturales y políticos que llevaron a cabo a lo largo de su recorrido: jornadas de vacunación para personas en riesgo; charlas-debates; la publicación de un boletín; intervención en el Foro Social Mundial en Argentina, agosto de 2002; talleres de discusión con otras asambleas sobre el estado del movimiento; preparación de un archivo de asambleas. De igual forma, se debatía sobre las privatizaciones de las empresas públicas; la deuda externa, los tarifazos, la represión policial, la derogación de los códigos contravencionales, la ley de averiguación de antecedentes. Fue así que armó una mesa el 18 de mayo de 2002 “Movimientos sociales y represión policial”, en la cual denunciaban “el modus operandi de la policía contra jóvenes, inmigrantes, minorías sexuales, prostitutas, vendedores ambulantes, pobres y excluidos”.


Fuente: Taller Popular de Serigrafía.

Luego otra, el 15 de julio “Diálogo en las asambleas: conflictos políticos y represión policial: el Código Contravencional de la Ciudad de Buenos Aires”. Intervinieron las travestis Lohana Berkins y Nadia Echazú, quienes condenaron las violencias desatadas contra su comunidad en la zona roja. Del mismo modo, participó en el Piquete Urbano, el 19 de diciembre de 2002, en el microcentro. Para el 8 de marzo montó un festival en la fábrica Grissinopoli (Charlone 55). A partir de la consigna "Vivir en igualdad y convivir en la diversidad", trabajadoras/es, asambleístas, piqueteras/os, mujeres, gays, travestis, lesbianas, obreras/os, trabajadoras sexuales, cartoneros/as, jóvenes/as, ahorristas y estudiantes realizaron una jornada política/artística de resistencia anticapitalista, antirracista y antipatriarcal. En suma, la asamblea articulaba con distintos movimientos y frentes políticos: el MTD, Aníbal Verón; el movimiento de ahorrista (MAAI); La Comunidad Homosexual Argentina (CHA); La Organización de Travestis y Transexuales de Argentina (OTTRA);La Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional (Correpi); Izquierda Unida; artesan*s; centros estudiantes secundari*s y universitari*s; fábricas recuperadas, la toma del Hotel Bauen, el Taller Popular de Serigrafía (TPS). Se tenía como vecinos/as a punks, habitués de la galería Bon Street, especializada en ropa alternativa, tatuajes, con l*s que no siempre se llegaba a un diálogo político por desinterés al accionar de l*s asambleístas.


Volante de la Asamblea Vecinal Plaza Rodriguez Peña. 18 de mayo de 2002. Fuente: Colección de volantes del CeDInCI (Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas).


La Masacre de Avellaneda


El 26 de junio de 2002 4.000 trabajadores desocupados que provenían de Solano, Florencio Varela, Berazategui, Lanús, Avellaneda, Almirante Brown, Quilmes, José C. Paz, Echeverría, Lomas de Zamora, Lugano, San Telmo, presidente Perón, se movilizaron al Puente Pueyrredón para realizar una jornada de protesta acompañados por asambleas barriales, grupos culturales y de derechos humanos. Las demandas esgrimidas consistieron en el pago de los planes de empleo, el aumento de los subsidios de $150 a $300, la implementación de un plan alimentario bajo gestión de los propios desocupados, insumos para las escuelas y los centros de salud, el desprocesamiento de militantes y el fin de la represión. Salieron desde la estación de tren de Avellaneda y avanzaron sobre el puente Pueyrredón donde ocurrió la represalia. Se montó un enorme operativo represivo con (Gendarmería, Prefectura, Policía Federal), Policía Bonaerense bajo la coordinación de la SIDE y la Secretaría de Seguridad de la Nación. Dos referentes del Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) fueron acribillados: Darío Santillán (21 años, Lanús) y Maximiliano Kosteki (25 años, Guernica). Ambos militaban en la Coordinadora Aníbal Verón que congregaba a once organizaciones independientes del sur de la provincia de Buenos Aires. Se diferenciaba de otras agrupaciones piqueteras por ser un movimiento autónomo, con prácticas de democracia directa y reactivo a las políticas clientelares que implementa tanto el estado como los partidos políticos. Esta tragedia del movimiento popular piquetero se la conoce como la Masacre de Avellaneda. Para las familias de las víctimas la responsabilidad política recayó sobre el entonces gobernador bonaerense, Felipe Solá, Juan José Álvarez (ex secretario de Seguridad Interior de la Nación), Carlos Soria (ex jefe de la SIDE), Alfredo Atanasoff (ex jefe de Gabinete), Jorge Vanossi (ex ministro de Justicia nacional), Aníbal Fernández (ex secretario general de la Presidencia) y el presidente interino, Eduardo Duhalde.


Fuente: Taller Popular de Serigrafía.


La Asamblea Rodríguez Peña: homenajea a Kosteki y Santillán


El sábado de 7 de julio de 2002, la asamblea organizó un festival musical y de poesía acompañada de una chocolateada en repudio a la represión del 26 de junio de 2002 en el Puente Avellaneda y en homenaje a los dos piqueteros brutalmente asesinados. Pese a ser un día helado de un invierno crudo, de todos modos, la Asamblea Rodríguez Peña se reunió con la gente que vivía y dormía en los alrededores sujeta al desamparo. No serían más de diez hombres, casi todos adultos que, sin vivienda, moraban abandonados allí sin otra posibilidad que guarecerse entre la arboleda y los bancos de la plaza. Desde las 13 hasta las 15 horas, se invitó a tomar un chocolate caliente en la vereda. Un compañero de la asamblea, vinculado al partido comunista, aportó la mayor parte de las provisiones necesarias para organizar la actividad. La cantante y actriz Cristina Banegas se unió al grupo que merendaba en silencio. Con una modulación de la voz que redistribuyó tonos y espacios recitó el poema "Laberinto", escrito el 17 de febrero de 2002 por Maxi Kosteki. A Banegas la miraban con cierta suspicacia, entre asombro e incredulidad. Nadie antes se había acercado de manera decidida a este grupo nómade invisibilizado por el aislamiento. Solo la fotoperiodista Zule Lucero de la red global Indymedia estuvo presente.


Después se arrancó hacia Plaza de Mayo para participar en la masiva movilización en repudio a los asesinatos de Darío Santillán y Maxi Kosteki. Hubo más de 30.000 manifestantes de todo tipo: piqueteros, docentes, los médicos que atendieron a los heridos el día de la represión, organismos de derechos humanos, estudiantes, trabajadores estatales, asambleístas, deudores autoconvocados, partidos políticos de izquierdas, gente suelta. Se llenó la Plaza a pesar de que el día era tan poco convocante a salir a la calle. No hubo figuras reconocidas en el palco, ni consignas partidarias. Sólo una mesura cautelosa de luto. A las siete de la tarde, Fernando Morán, el compañero de colegio de Kosteki leyó un breve pero contundente alegato: “Quienes nos gobiernan, quienes están encargados de nuestra seguridad dicen que sea como sea no habrá más cortes de rutas en la Argentina.” Luego preguntó “cuándo usarán esa misma frase para decirnos ‘sea como sea vamos a terminar con el hambre y con el desempleo.’


Volante de la Asamblea Vecinal Plaza Rodriguez Peña. Año 2002. Fuente: Colección de volantes del CeDInCI (Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas).

*Activista e investigadora feminista queer


Nota al pie

[1] En un volante, sin fecha, planteaba lo siguiente: “La iniciativa de nuestra asamblea es generar un espacio de contención para los chicos y chicas donde no sólo permanezcan y reciban una merienda mientras sus padres están trabajando, sino también que cuenten con un espacio recreativo. Para ello, se formó una nutrida biblioteca itinerante y un taller de dibujo. Asimismo, para este último 19 y 20 de diciembre, se organizó una exposición con los dibujos realizados por los niños y niñas cartoneros, junto con la exhibición de fotografías sobre ellos, títeres, clowns y un debate en torno al origen y existencia del movimiento asambleario. En estos días, organizaremos una charla sobre abuso sexual, violencia y violación a menores, a cargo de una asambleísta de Palermo Viejo. Todo esto se sostiene con los aportes de l*s vecin*s del barrio, de los propios asambleístas con la colaboración de los pequeños comercios- desde alimentos, lápices de dibujo, juguetes, libros.” Cabe tener presente un detalle: con el merendero el grito de pugna “Que se vayan todos” se le sumó y “Que se vayan todas”.



Los días que reinventamos la ciudad: del Piquete Urbano a los barrios asambleístas post 2001

Por Gabriela Mitidieri*


Piquete Urbano. Año 2002. Foto: Sebastián Hacher. Fuente: Indymedia Argentina.

En el primer aniversario de la revuelta del 19 y 20 de diciembre tuvo lugar un acontecimiento multitudinario, festivo y peculiar, que propuso una alternativa a la tradicional marcha de Congreso a Plaza de Mayo, para poner en acto un repudio a los responsables económicos de la crisis. El Piquete Urbano nació como una iniciativa de acción directa surgida desde la Asamblea Popular del Cid Campeador; iniciativa que fue luego convidada al conjunto de las Asambleas organizadas en la ciudad de Buenos Aires y que pronto sumó agrupaciones piqueteras de capital y del conurbano bonaerense, colectivos artísticos, estudiantes, organismos de derechos humanos, partidos políticos, militantes LGTB, entre muchos otros. El plan era sencillo: bloquear las principales arterias que rodeaban el Banco Central, la Bolsa de Comercio, y otras entidades financieras de la zona del microcentro de la ciudad de Buenos Aires. Pero la puesta a punto de aquella acción requirió un enorme caudal de energía, juntadas, articulaciones y búsqueda de consensos para definir qué hacer y cómo hacerlo. Luego de lanzada la idea en el mes de octubre, se sucedieron seis reuniones preparatorias. Una pequeña muestra del heterogéneo arco que se sumó a construir la medida la obtenemos del resumen de la sexta reunión, publicado el 10 de diciembre de 2002 en Indymedia Argentina, esa central de medios independiente que usaba a su favor la incipiente difusión de internet a través de la línea telefónica para difundir las principales convocatorias y sucesos que acontecían a diario en esos agitados meses. Es un listado que permite además trazar un mapa a lo largo y ancho de la ciudad, repleto de asambleas barriales.


Todos al PIQUETE URBANO del 19 de diciembre:



Asambleas y organizaciones que participaron de las seis primeras reuniones:


Participaron con mandato: Asamblea Plaza de Mayo; Asamblea Villa Crespo; Asamblea Goyena y Puán/Parque Chacabuco; Asamblea Gastón Riva; Asamblea Colegiales; Asamblea 20 de Diciembre; Asamblea Haedo; Asamblea Chacarita; Asamblea Flores Sur; Asamblea Medrano y Corrientes; Asamblea Almagro de Pie; Asamblea Altos de Palermo; Asamblea Cid Campeador; Autoconvocados por la Unidad Palermo; Movimiento Independiente de Ahorristas Argentinos (MIAA); MTD Contracultura (en MTD Anibal Verón); Movimiento Teresa Rodríguez (MTR); C.U.Ba. (Coordinadora de Unidad Barrial); Barrios de Pie; Vientos de Arena (centro cultural okupado); Mutual Sentimientos; SIMECA (Sindicato de motoqueros); Intergalactika - Laboratorio de la Resistencia Global; ATTAC; Etcétera (grupo de arte político); Grupo de Arte Callejero (GAC); Estudiantes Autoconvocados de Sociales; Foro Tierra y Alimentación; Ardearte (grupo de arte político); Convocatoria GLTTTB (Gay, Lésbico, Transexual, Travesti, Transgénero y Bisexual); Movimiento de Recuperación Sindical; Frente Barrial 19 de Diciembre; Agrupación Humanista Línea Revolucionaria Laura Rodríguez; Movimiento Patriótico 20 de Diciembre (MP20); Democracia Obrera; Patria Libre; Militancia Socialista; Socialismo Libertario.


Participaron a título personal o como observadores sin mandato: Asamblea Castelar (2 asambleas); Asamblea Florida/Pte Saavedra; Asamblea Villa del Parque; Asamblea San Juan y Entre Ríos; Asamblea Paternal; Asamblea Plaza Flores; Asamblea Juan B. Justo y Corrientes; Asamblea Temperley; Asamblea Agronomía; Asamblea Plaza Flores; Asamblea Liniers; Asamblea Plaza Irlanda; Asamblea Villa Urquiza; Asamblea Colegiales (Zapiola y Lacroze); Asamblea Plaza Dorrego; Asamblea Boedo San Cristobal; Asamblea Ayacucho y Rivadavia; Asamblea Bajo Belgrano; Asamblea Palermo Viejo; Asamblea Parque Rivadavia; Asamblea Plaza Congreso; Asamblea Hurlingham; Asamblea Martín Fierro; Asamblea Saavedra Norte; Asamblea Barrial Nuñez; Asamblea Nuñez/Saavedra; Asamblea Ciudadela Norte; Asamblea Angel Gallardo y Corrientes; Enlace Popular; El Mate; ECO (Espacio de Coordinación de asambleas, partidos y movimientos piqueteros); Agrupación Juana Azurduy; Autodeterminación y Libertad; Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) Lugano; MTD Urbano; Asociación Ex Detenidos-Desaparecidos; Encuentro por la Memoria; Frente Artistas en Lucha contra 601; grupo de estudiantes situacionistas sin nombre; Partido de los Trabajadores por el Socialismo (PTS); Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), Izquierda Unida (Palermo).


Comunicados de otras Asambleas y organizaciones en referencia al Piquete Urbano: los compañeros del MTD Anibal Verón comunicaron que están debatiendo el tema; la Interbarrial de Vicente López comunicó que realizarán acciones en zona norte dentro del marco del Piquete Urbano; la Comisión de Enlace Interbarrial de La Matanza comunicó que realizará acciones dentro del marco del Piquete Urbano; la Coordinadora Zona Oeste comunicó que participará de las acciones centrales del Piquete Urbano.


Fuente: Taller Popular de Serigrafía.

La referencia a la participación con mandato ponía de relieve la densidad de la red que se estaba construyendo. Cada encuentro de debate, puesta en común y planificación implicaba la discusión previa al interior de los espacios colectivos que participaban para aportar a esa juntada general una pluralidad de voces. Pluralidad con un denominador común: el carácter anticapitalista de la acción y la certeza de que diciembre de 2001 nos había reunido, expresada en la consigna “¡Qué se vayan Todos!”


Hubo quienes llegaron a las asambleas al tiempito de aquel iniciático 19 y 20. Otrxs, nos fuimos acercando a medida que nuestros propios espacios de militancia quedaban chicos para comprender la magnitud de lo que se estaba cocinando a nivel político en nuestro país. Llegué al Cid unas semanas antes de que tuviera lugar el Piquete Urbano.

Se trataba de una asamblea barrial que, a poco de comenzar a andar, definió la okupación de un espacio abandonado tanto para sostener la reunión semanal de todxs lxs integrantes como para poner en marcha un conjunto de actividades abiertas al barrio, entre las que se contaban apoyo escolar, tango, yoga, gimnasia y teatro. La peculiaridad del espacio era que había sido la sede del Banco Mayo, entidad que había entrado en quiebra algunos años antes del 2001. Por estar en el centro geográfico de la ciudad, contar con cuatro pisos, cocina y amplios salones, se volvió sede de reuniones de todo colectivo que necesitara de las instalaciones, sobre todo en los meses crudos del invierno donde sostener la presencia en esquinas y plazas se hacía duro.


Fuente: Taller Popular de Serigrafía.


El día del Piquete


Mi recuerdo sobre la jornada es un tanto difuso. Era una conmemoración, el primer aniversario de nuestro diciembre, un repudio colectivo a ese “eje del mal” político-económico y financiero que continuaba siendo bastión del neoliberalismo que nos había llevado hasta la crisis y el estallido. Pero para mi sorpresa no era una marcha, no tenía la mística de la procesión aprendida de memoria de-congreso-a-plaza-de-mayo entre lxs estudiantes secundarios de aquel entonces: en los aniversarios del 24 de marzo, del 16 de septiembre o en las movidas contra la ley federal de educación. Era una ocupación del espacio público con otro propósito, un bloqueo a la circulación, interrupción inspirada en el corte de rutas piquetero y en el corte de calles del movimiento estudiantil. Ezequiel Adamovsky, compañero del Cid y uno de los ideólogos de la movida, en un escrito sobre el Piquete Urbano de 2003, recuerda que lo que se puso en acto en la previa y durante la jornada resultó evidencia de las potencialidades de esas otras formas organizativas que buscábamos construir, del profundo impacto en nuestras subjetividades que traía ese poder pensar y hacer política con otrxs, en interlocución con diversos sectores. Una horizontalidad que no estaba exenta de “aparateadas” pero que se armaba poniendo el cuerpo, reunidxs durante horas. Del mismo modo, otro compañero de la asamblea, Octavio Balán, testimonia acerca de este acontecimiento en el diario Página 12:


“Justamente, esta protesta busca reavivar un poco la llama de las personas que en su momento se movilizaron y que luego, por alguna causa, se “mandaron a guardar”. Queremos concientizar a la población de que la situación no ha mejorado, que las causas de fondo que hace un año provocaron el 19 y 20 todavía siguen muy vigentes.”


Piquete Urbano. Año 2002. Foto: Sebastián Hacher. Fuente: Indymedia Argentina.

Miro para atrás y me pregunto cómo se hace para no congelar, no cristalizar el recuerdo. Cómo se hace para distinguir lo que tuvo de biográfico, formativo ese momento sin sobreimprimirle las reflexiones acerca de la recomposición institucional que se tramaba en paralelo en los meses siguientes. Eduardo Duhalde, Masacre de Puente Pueyrredón, Néstor Kirchner.


Hago el intento de recuperar el punto de mira de aquella que fui “sin el diario del lunes en la mano”. Puedo decir que viví el Piquete Urbano como una adolescente de 18 años fascinada con el clima de jolgorio y de comunidad que se sentía esa mañana. No recuerdo cómo llegué, pero casi seguro sería acompañada de compañerxs de Indymedia, quienes tenían una de sus oficinas en el Cid. Habría 500, 600 personas en la esquina de la Bolsa de Comercio. Había bombas de pintura. Personas disfrazadas. colectivos de arte. Haber militado en mi centro de estudiantes me había dado alguna que otra herramienta para leer cuándo una multitud “está regalada” de cara a una posible represión policial. Así que puedo decir, o recuerdo que pensé, que no estábamos en óptimas condiciones. Converso ahora con Rodrigo Rotpando, sobre ese día y me cuenta que él, con sus dos años más que yo, coordinó la seguridad de la esquina identificada con la bandera rosa y tenía una impresión parecida. Venía de Convocatoria GLTTTB, un grupo mayoritariamente compuesto por maricas y tortas que se juntaba los domingos en un local de H.I.J.O.S. También vecino del Cid, se sumó a la asamblea y a las reuniones organizativas que, recuerda, se hacían en la bóveda del ex Banco Mayo, “para mayor seguridad”. Rodrigo me trae eso que también señala en su escrito Ezequiel: esa mañana paralizamos un pedazo nodal de la ciudad entre ahorristas, viejos militantes del PC, maricas, piqueteros, artistas, estudiantes. Ese día para muchxs fue de esos acontecimientos inspirados por diciembre del 2001 y que a muchxs se nos quedaron pegados en el cuerpo para pensar y hacer política. De ahí en más.


Piquete Urbano. Año 2002. Foto: Sebastián Hacher. Fuente: Indymedia Argentina.


Puntos conectados en el mapa



Posteo de Gabriela Mitidieri en Facebook, 19/12/2019.

Los meses que siguieron fueron probablemente los más intensos y alucinantes de mi vida. Las temporalidades se bifurcan: a medida que avanzaba la recomposición institucional y de a poco se volvía a confiar en el rol del estado y de la banca, se iba armando para mí y para otrxs pibxs una constelación de espacios, una “zona temporalmente autónoma” que conectaba el Cid, con la asamblea de Villa Crespo (Camargo y Scalabrini Ortiz), con el Centro Cultural Bajo Nivel (Virasoro y Planes), con el merendero y el ciclo de cine de la asamblea de Paternal (Cucha Cucha y Seguí), con la asamblea Giordano Bruno (plaza Giordano Bruno), con las okupas cordobesas kasa Las Gatas o kasa karakol -donde activaba la militante trans anarca Maite Amaya-, con activistas feministas italianas que traían talleres de autodefensa, con punkis que se reunían en la Biblioteca José Ingenieros, o en la Federación Libertaria Argentina o intercambiando fanzines en Congreso o cassettes mal grabados en Parque Rivadavia, anarquistas que se tomaban el Sarmiento desde Moreno o Laferrere y soñaban con una huerta comunitaria al lado de las vías en Caballito, una sinagoga abandonada en La Boca hecha sitio de veladas culturales autogestivas. Un circo en Vera y Lavalleja. Una fábrica recuperada que celebraba aniversario. Una bicicleteada gigante a prueba de autos que conectaba todos los puntos. Era un mapa de una ciudad nueva que además tendía puentes intergeneracionales: las asambleas nos encontraban con feministas de los ‘70, militantes de izquierda jubiladxs, hermanxs mayorxs que activaban en H.I.J.O.S. y nos llevaban a los escraches o nos pasaban las direcciones de los genocidas sin juicio y castigo que vivían campantes en nuestros barrios para que fuéramos a tocarles el timbre bien tarde, de madrugada, para que se dieran cuenta de que sabíamos que estaban ahí, impunes.


Boletín de circulación barrial de la Asamblea Popular Cid Campeador. Año 1, Nro. 10. Noviembre de 2002. Fuente: Archivo Gabriela Mitidieri..

Fuimos pibxs que además del “Que se vayan todos”, le tomamos el gusto a esa otra consigna asamblearia: “Por otros valores”. La convertimos en comodín para pensar nuestros cotidianos, las estructuras en las que estábamos insertxs, la idea de familia, amor, maternidad, niñez, trabajo, sexualidad, alimentación, amistad, consumo. La convertimos en comodín político para armar en tiempo presente una realidad distinta a la que nos había tocado.


No tengo mayores inconvenientes con que el recuerdo me vuelva idealizado, romantizado. Me gusta esta nostalgia. Los años que siguieron fueron duros. No vimos venir que la salida de la crisis implicaba también que fuéramos de a poco pasando de moda. O que todo ese fermento de agite político creativo quedara clausurado bajo la etiqueta de un 2001 que ahora sería mala palabra y caos y lugar al que no había que volver. Aprendimos a habitar otros espacios políticos, con una desconfianza adquirida a todo lo que oliera a burocratización y a todo aquel o aquella que creyera que el ingreso a las instituciones del estado podía hacerse sin riesgo, sin costo. Algunxs le dimos una chance a partidos políticos que se sentían herederos del 2001 y también nos sentimos cómodas metidas en un feminismo que nos recordó algo de ese otro tiempo: la camaradería, la afinidad, el refugio, la fiesta, la coalición, la disposición al agite. Como viejas zorras que viven un dejà vu, observamos a las compañeras devenir funcionarias. Una vez más. No importa. Las nuevas luchas, las luchas por venir, también están hechas de retazos de memoria colectiva, de ecos que reverberan bajo los barrios gentrificados de esta ciudad. Coordinaciones como aquella que construyó el Piquete Urbano, tal vez, estén a un mensaje de whatsapp de distancia para reactivarse.



*Formó parte de la Asamblea Popular El Cid Campeador. Es feminista y lesbiana de izquierda. Es docente e historiadora por la Universidad de Buenos Aires.



Manifestación de asambleas barriales. Diciembre de 2002. Fuente: Colección fotográfica del CeDInCI (Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas).



Agradecimientos


A Eugenia Sik, del CeDInCI, a Sebastián Hacher, Magdalena Jitrik, Cristina Banegas, Ezequiel Adamovsky, Rodrigo Rotpando y Jorge Luis Giacosa.


Cómo citar este trabajo


Bellucci, Mabel y Mitidieri, Gabriela. ¡Participe! Venga a Luchar. Asambleas barriales: Del repudio a la masacre de Kosteki y Santillán al Piquete Urbano contra el capital financiero.

Moléculas Malucas, diciembre de 2021.

https://www.moleculasmalucas.com/post/participe-venga-a-luchar




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