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Constelaciones de performance

Protesta y activismo en red


La revolución zapatista de mediados de los noventa inauguró una era en la que las estrategias comunicacionales y las herramientas de organización y movilización jugaron un papel clave en los activismos en defensa de las vidas amenazadas. En esta contribución repasamos la historia reciente de activismos tecnopolíticos que hicieron frente a la expropiación de tierras, la violencia paraestatal, la desaparición forzada, el endeudamiento y el disciplinamiento con tácticas disruptivas y vitales que moldearon corporalidades, agenciamientos, y horizontes de deseo.


Por Marcela A. Fuentes*



En el texto editorial de bienvenida al portal Moléculas Malucas se nos cuenta que su nombre tiene que ver con un grupo de estudio que fundaron Néstor Perlongher y Jorge Beloqui en San Pablo en 1982 después de la visita de Félix Guattari. Dice el texto editorial del portal que Guattari afirmaba que “los movimientos minoritarios o moleculares no podían seguir girando sobre sí mismos, so pena de territorializarse o anularse, sin posarse sobre lo social”. Una idea que me capturó, más allá de lo genial del nombre: ¿Son las constelaciones que presento a continuación una forma de malucar lo molecular, el modo en que lo molecular de nuestros movimientos no sólo se posa en lo social sino que lo reconfigura, a través de la acción, de la performance, de la insistencia? Ensamblajes y quiebres, consonancias y fragmentos. Pensar en el hacer de lo que hacemos para transformar el mundo desde la raíz. Escribí el texto que leerán a continuación como sujeta transnacional, teórica y artista de performance que habita los entres, extranjera de mis contextos y testigo y partícipe de sus transformaciones. No podía más que escribir sobre las formas, lugares y temporalidades en que se iban dando esos movimientos tectónicos, esas olas, con avances y retrocesos y vueltas a empezar, memorias de acontecimientos que emergen para hacerse cuerpo en nuestros cuerpos, brújulas incandescentes que marcan el presente y su potencia. Aquí va entonces un adelanto de mi libro Performance Constellations: Networks of Protest and Activism (Michigan University Press 2019), que será publicado en español próximamente.

Activismos tecnopolíticos. Constelaciones de performance se concentra en el entrelazamiento de las protestas callejeras con las redes digitales como co-creadores de acciones colectivas insurgentes[1]. En este libro analizo cómo activistas, artistas y manifestantes en América Latina entretejen, on y offline, modos de acción cooperativa con el fin de desafiar el status quo y generar cambio social. Más que concentrarse exclusivamente en el activismo online, es decir en Internet como una plataforma de activismo separada, en mi trabajo mapeo cómo los actos on y offline de l*s activistas impulsan, dan forma y sostienen la acción colectiva a lo largo del espacio y el tiempo. Sostengo que estos ensamblajes entre sitios físicos y digitales, entre la acción basada en el cuerpo y la acción mediada digitalmente, y entre la cooperación sincrónica y asincrónica redefinen los repertorios tradicionales de protesta y activismo según formas que se vuelven clave para responder a los sistemas contemporáneos de explotación y sometimiento.

Convocatoria del Teatro de Disturbio Electrónico a una sentada virtual (acción de desobediencia civil electrónica) en apoyo a la lucha Zapatista contra la escalada militar en Chiapas, México. 10 de abril de 1998. Fuente: https://www.thing.net/~rdom/ecd/April10.html

América Latina, una región con una fuerte historia de movilización popular y que ha usado el teatro y la performance como herramientas de resistencia en contextos políticos, económicos y sociales convulsionados, tiene mucho para enseñarnos sobre protestas performativas que, gracias a las redes sociales digitales, generan activismos conectados que sobrepasan las fronteras nacionales. Movimientos sociales como el de l*s Zapatistas mexican*s que generaron apoyo en todo el mundo a mediados de la década del noventa, así como el “movimiento de movimientos” que surgió en Argentina tras la crisis económica del 2001, el movimiento estudiantil chileno del 2011, la movilización del año 2014 en respuesta a la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa en México, y el movimiento por los derechos reproductivos en Argentina han usado la performance simbólica con efectividad en plataformas físicas y digitales.

Foro online donde además de compartir reclamos, denuncias, e información sobre asambleas se podia activar archivos mp3 y GIFs para simular un cacerolazo virtual. Año 2002. Fuente: cacerolazo.com (hoy inexistente).

Ofrezco el concepto de "constelaciones de performance" como lente teórica para definir tácticas de disrupción y de creación de mundos que son posibilitadas por las articulaciones activistas entre las performances de protesta corporales y la acción en redes digitales. Las constelaciones de performance son patrones multiplataforma de acción colectiva que articulan performances asincrónicas y multilocalizadas[2]. En tanto performances de protesta multiplataforma las constelaciones de performance responden a los desafíos ocasionados por los cambiantes regímenes neoliberales que obligaron a los movimientos a recalibrar sus tácticas, objetivos y metas. Si en el capitalismo avanzado las redes digitales intensifican el flujo del capital y la información atravesando grandes distancias, las constelaciones de performance les permiten a activistas y manifestantes expandir las acciones corporales y expresivas más allá del espacio físico y así vincular luchas locales y globales.

Un momento de Thriller por la educación, flash mob realizada en el marco de las protestas contra el endeudamiento estudiantil y las políticas neoliberales de asfixia del sistema educativo. Santiago de Chile, 24 de junio de 2011. Foto: Diego Salinas Flores/Colectivo Fauna.

En este trabajo, la performance, una práctica artística usualmente concebida como un sistema de comunicación cuerpo a cuerpo, no mediada, entre actores y espectadores (o entre alguien haciendo algo y quienes observan ese hacer) es también activada online o, mejor aún, activada a lo largo de sitios on y offline de protesta y movilización. El resultado son dramaturgias constelativas, conectivas, que unen modos de participación fragmentados y dispersos por medio de la circulación de afectos[3]. Opto por la palabra performance en singular -- de manera casi intuitiva y decididamente poética -- como materia que compone estas constelaciones; polvo de estrellas, luz incandescente que brilla más allá de los cuerpos que le dan origen, guía en los cielos oscuros de nuestra intemperie contemporánea.

Consideren esto: en 1998, conducidos por el colectivo estadounidense the Electronic Disturbance Theater o EDT (en español: Teatro de Disturbio Electrónico), activistas de todo el mundo “se reunieron” en la página web del gobierno mexicano para realizar una “sentada virtual” en repudio a la violenta represión a la rebelión zapatista en contra del comercio internacional[4]. O esto: tras una fuga de capitales masiva durante la crisis económica de 2001, manifestantes en Argentina organizaron cacerolazos que replicaron en Internet para denunciar la especulación financiera internacional. O esto otro: en 2011, las protestas de estudiantes chilenos se volvieron virales con un flash mob zombie que se repitió en varias ciudades y que representaba el impacto dramático de la privatización de la educación en la vida del estudiantado, y reclamaba que se considere a la educación como bien público. O esto: al reivindicar “Todos somos Ayotzinapa” activistas mexican*s y aliad*s internacionales sostuvieron on y offline un prolongado reclamo de justicia en nombre de los cuarenta y tres estudiantes que fueron desaparecidos forzosamente en 2014.

Homenaje a los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa dentro del evento “Cuando los gobiernos matan a sus estudiantes” en la New York University. Nueva York, 10 de diciembre de 2014. Foto: Lorie Novak.

Como muestran estos ejemplos, a través de performances simbólicas (una sentada simulada, una improvisada orquesta de utensilios de cocina, una coreografía espontánea de cuerpos zombies, y un cuerpo colectivo nacido de los desaparecidos) l*s activistas crean imágenes y modos afectivos de relación que buscan persuadir a la opinión pública y así construir poder contrahegemónico. Como reelaboraciones de la tradición de desobediencia civil, las sentadas virtuales ofrecen a los públicos internacionales una táctica interconectada de localización específica para repudiar el neocolonialismo en las mismas avenidas digitales que lo facilitan; los cacerolazos transforman la imagen de la escasez de comida (utensilios de cocina vacíos) en el origen de una cacofonía indignada que une a quienes padecen las consecuencias de las políticas pro-mercado; l*s zombies sirven como materialización del capitalismo parasitario que se arrastra por Internet para ponerle fin a las políticas del periodo pinochetista; consignas como “Todos somos Ayotzinapa” transforman medios efímeros como los hashtags en el pulso de las revueltas procesuales en contra de las alianzas entre el Estado y las corporaciones.

En todos estos ejemplos, la performance entendida como acción estilizada, en vivo y contextualizada, atraviesa redes fuera y dentro de Internet, desencadenando y sosteniendo intervenciones políticas colectivas en pos de la justicia social. En estos ejemplos, la performance funciona como una forma de “representar” conflictos sociales para revelar, dar sentido, problematizar e interpelar sistemas locales de poder. La performance también sirve como método para “actuar sobre”; esto es, intervenir sobre los canales de comunicación y los discursos de consenso que favorecen a los conglomerados de poder nómadas y abstractos.

En la era de lo hipermedial, cuando las plataformas de redes sociales nos incitan a revelar “qué está pasando”, la performance se “convierte en sí misma” al reverberar a través de plataformas conectadas, materializando modalidades compuestas, socio-técnicas (humano-máquina) del “en vivo”[5]. En tanto encuentro al parecer no mediado que conlleva la promesa de transformar tanto a actores como a espectadores, la performance es ahora promovida y potenciada por redes interactivas de comunicación.

¿Por qué es importante esto? ¿Qué ganamos con poner en el centro a la performance y las redes digitales como componentes cruciales de los activismos contemporáneos? Es fundamental reconocer que la performance no es una mera herramienta para llamar la atención y generar respuestas afectivas al interior de la sociedad del espectáculo; la performance también pone en marcha los pasos preliminares hacia la transformación política y social en un momento de poder concentrado y democracias severamente comprometidas[6]. Es por esto que necesitamos entender cómo activistas y artistas configuran la base desde la cual generar transformaciones sociales: los sitios, el ritmo, los afectos y las formas de lo colectivo que pueden albergar no solo ideas sino también hacer que la gente genere el mundo que ansía[7].

En tanto figura de una colectividad dispersada el concepto de constelaciones de performance subraya el modo en que en las culturas conectadas la performance se desplaza convirtiéndose en un modo de acción concertada que integra las acciones de l*s participantes a través de tiempos y lugares. Las constelaciones de performance iluminan el rol de las performances situadas como medios para producir colectividad a partir de la fragmentación temporal y espacial, del mismo modo en que las constelaciones agrupan estrellas que existen en tiempos y espacios diversos.



* Marcela A. Fuentes (Marsha Gall) es artista e investigadora de performance. Actualmente es profesora titular en el departamento de estudios de performance en la Northwestern University en Evanston, Illinois. Es autora de Performance Constellations: Networks of Protest and Activism in Latin America (University of Michigan Press 2019; Eterna Cadencia próxima publicación en español) y co-editora junto a Diana Taylor de Estudios avanzados de performance (Fondo de Cultura Económica 2011). En su trabajo analiza las dimensiones estético-políticas de la performance como herramienta de movilización en los activismos contemporáneos. Sus performances más recientes son Sujeto Transnacional (presentada, entre otros, en la serie Mis Documentos de conferencias performáticas curada por Lola Arias) y Prompter con el grupo australiano Hydra Poiesis dirigido por Sam Fox.



Publicación original: Activismos tecnopolíticos. Constelaciones de performance; de Marcela A. Fuentes - Trad. Mariano López Seoane, Buenos Aires: Eterna Cadencia, 2020.



Imagen de portada en pantalla de inicio: Guadalajara, Jalisco, acto del 8 de marzo de 2019. Tercer llamado internacional a la Huelga Feminista. Convocado por la red Yo si voy 8 de Marzo el acto se propuso responder a la pregunta de las mujeres zapatistas: ¿Dónde está pues tu lucecita que te dimos?


Agradecimientos: Leonora Djament, Flavia Sparacino, Ricardo Domínguez, Lorie Novak, Alejandra Uslenghi y equipo editorial de Moléculas Malucas.


Notas al pie


[1] En su estudio de la tecnología en la performance artística, Chris Salter usa el término “entrelazamiento” (entanglement) para argumentar que la tecnología no complementa sino que transforma las prácticas artísticas, desafiando los límites entre la acción humana y no humana. Ver Entangled: Technology and the Transformation of Performance (Cambridge, MA: MIT Press, 2010). Mientras que el estudio de Salter se refiere principalmente a la performance en espacios físicos, yo utilizo el concepto de entrelazamiento para teorizar la interacción entre tácticas on y offline que generan constelaciones de performance de activismo transnacional.

[2] Quienes se interesen en el concepto de constelación en los estudios culturales pueden consultar el trabajo de Norm Friesen, “Wandering Star: The Image of the Constellation in Benjamin, Giedion, and McLuhan,” July 2013, http://www.academia.edu/4032277/Wandering_Star_The_Image_of_the_Constellation_in_Benjamin_Giedion_and_McLuhan. Para un enfoque orientado a la performance, ver Lynette Hunter, “Constellation: Engaging with Radical Devised Dance Theatre. Keith Henessy’s Sol Niger,” en Performance, Politics, and Activism, editado por John Rouse y Peter Lichtenfels (New York: Palgrave Macmillan, 2013), 132–153.

[3] Sobre la noción de circulación afectiva, ver Sara Ahmed, “Affective Economies,” Social Text 22.2 (2004): 117–139.

[4] Françoise Lionnet y Shu-mei Shih explican que, mientras que lo global es “un conjunto de criterios homogéneo y dominante, lo transnacional designa espacios y prácticas en los que actúan agentes que cruzan fronteras, sean dominantes o marginales”. Estas teóricas ubican al transnacionalismo como una consecuencia de la última ola de globalización. Ellas sostienen que el transnacionalismo y la globalización corresponden a la fase de capitalismo avanzado definida por prácticas de inversión financiera, acumulación flexible y circuitos de trabajo postfordistas, y que mientras el transnacionalismo es “parte y parcela de la globalización puede ser menos programado y más desperdigado [que el transnacionalismo]”. Ver Françoise Lionnet y Shu-mei Shih, editoras, Minor Transnationalism (Durham, NC: Duke University Press, 2005), 5.


[5] En esta oración juego con la definición frecuentemente citada de Peggy Phelan de performance como una forma de arte que “llega a ser lo que es mediante la desaparición”, significando que lo efímero es fundacional para la política de la performance en tanto forma no reproductiva. Ver Unmarked: The Politics of Performance (London: Routledge, 1993), 146. [En español, “Ontología del performance: Representación sin reproducción” en Estudios Avanzados de Performance, Diana Taylor y Marcela A. Fuentes, editoras, México, D.F.: Fondo de Cultura Económica, 2011].

[6] Jonathan Matthew Smucker define la “política prefigurativa” (prefigurative politics) como una filosofía que “busca demostrar el ‘mundo mejor’ que imagina para el futuro en las acciones que realiza hoy” (103). Smucker contrapone la política prefigurativa a la “política del poder” (power politics) dirigida para influir en el cambio a largo plazo. Por el contrario, Benjamin Arditi sostiene que la política prefigurativa, que él define como “performativos políticos”, ya es transformadora del mundo (y de la política) tal como lo conocemos. Ver Smucker, Hegemony How-To: A Roadmap for Radicals (Baltimore: AK Press, 2017); y Arditi, “Insurgencies Don’t Have a Plan—They Are the Plan: Political Performatives and Vanishing Mediators,” en The Promise and Perils of Populism: Global Perspectives, editado por Carlos de la Torre (Lexington: University Press of Kentucky, 2014), 113–139. [Hay versión en español, “Las insurgencias no tienen un plan— ellas son el plan: performativos politicos y mediadores evanescentes”, e-misférica 10.2, https://hemisphericinstitute.org/es/emisferica-102/10-2-essays/insurgencies-don-t-have-a-plan-they-are-the-plan-political-performatives-and-vanishing-mediators.html]

[7] Linda Kauffman afirma que el movimiento antinuclear de los setenta es un punto de quiebre en la historia de la movilización social en los Estados Unidos porque creó “un nuevo modelo para las acciones de gran escala” que encarnó “una nueva forma de vivir y actuar”. Kauffman sostiene que este modelo se generalizó en un momento en el que el cambio se volvió particularmente difícil de visualizar. De este modo, Kauffman nos enseña que la política prefigurativa es siempre contextual y debe ser evaluada tomando en consideración las condiciones, herramientas y sistemas disponibles para l*s activistas para visualizar y trabajar en pos del cambio social. Ver Direct Action: Protest and the Reinvention of American Radicalism (London: Verso Books, 2017). Para una discusión sobre el cambio social centrada en la performance, ver Stephani EtheridgeWoodson y Tamara Underiner, editoras, Theatre, Performance and Change (Cham, Switzerland: Palgrave Macmillan, 2018).


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Cómo citar este texto:

Fuentes, Marcela A. "Constelaciones de performance: Protesta y activismo en red".

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